Twenty-four

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— George cálmate si. — intente tranquilizarlo pero esta acción fue inútil.

— Como quieres que me calme si todo este día me has ignorado, Lucie porque? porque lo has hecho. — me cuestionó.

— George, yo lo siento.. — agache mi cabeza.

— Mírame. — no obedecí. — Lucie mírame.

Con una de sus manos alzó mi mentón haciéndo que mi rostro se elevara.

Te necesito si, por favor no te alejes de mi. — me beso, eran un beso tierno que con el pasar de los segundos se convirtió en un beso más necesitado.

Sus besos bajaron hasta la zona de mi cuello, mi cuerpo en respuesta soltó leves quejidos.

— George, aquí no. — murmure, no era yo la que tenía control en mi cuerpo.

Este no hizo caso a mis palabras, sus manos bajaron hasta mis caderas, este las elevo, obligándome a enredar mis piernas en sus caderas.

— George, nos pueden ver. — volví a murmurar.

— Shhhh. — este me callo.

En una abrir y cerrar de ojos mis pechos estaban descubiertos ante el, sus besos bajaron hasta ellos.

Intentaba no gemir.

Si Carlos estuviera aquí probablemente no estaría llamando inmorales.

— agárrate de mi cuello. — obedecí.

Escuche como bajo el zíper de su pantalón.

Este corrió mis bragas a un lado. En un abrir y cerrar de ojos su miembro palpitante ya estaba dentro de mi, mis gemidos fueron callados por un beso.

Este se empezó a mover más rápido, mis gemidos eran callados por aquel beso.

Este seceso sus movimientos, me soltó de su agarre.

Me agarre como pude.

Que mierda le pasaba.

— George, me vas a dejar así. — llorique.

— Esa es tu lección, buenas tardes señorita Wolff. — beso la comisura de mis labios.

Y se fue.

Maldito.

Me las pagará.

Ahora como me muevo de aquí.

Me balencee como pude por aquel restaurante, algunas personas me miraban raro pero decidí no tomarles importancia.

— Señorita su orden estaba hace más de 5 minutos. — el mesero me hablo.

— Oh lo siento, muchas gracias. — agarre como puede aquella orden, intentaba no pensar en aquella sensación de placer que estaba por todo mi cuerpo.

Maldito George Russell.

Me diriji hasta un parque que quedaba a unas cuadras de el hotel. 

Me senté en una de las bancas, hasta que un chico se sentó aún lado mío.

Me mantuve callada hasta que el hablo.

— Yo creo que te conozco. — este tartamudeo al hablar.

— Si, de donde.

— Eres la hija de Toto Wolff.

— Puede ser. — reí.

— Dios, amo a tu padre, a ti también pero tu papá.

— Lo sé, es el magnífico Toto Wolff. — le sonreí.

Luego de eso el chico se quedó callado, habían pasado más o menos 10 minutos desde que llegue, tenía que volver a el hotel.

Me levante de aquella banca para empezar a caminar hasta el hotel, el cual no quedaba tan lejos.

Luego de unos 4 minutos llegue a mi destino esperé aquel elevador bajase al lobby, cuando esté bajo rápidamente me adentré a este.

Cuando por fin se abrieron las puertas del elevador visualicé a George fuera de mi puerta.

— Pensé que nunca más vendrías, me tenías preocupado, donde estabas. — el inglés me empezó a cuestionar.

— Estoy molesta contigo así que vete. — abrí la puerta de mi habitación, iba a cerrarla en su cara pero este fue más ágil y puso su pie en medio de la puerta.

— George largo. — le dije.

— Sabes que no me iré, perdóname si pero tú fuiste la que empezó. — se quejó.

Este se adentró a mi habitación cerrando la puerta.

Me recosté en la cama ignorándolo.

— Me vas a volver a ignorar. — se recostó aun costado mio.

Sus manos empezaron acariciar mi vientre.

— Que tan lindo sería un hijo tuyo y mío. — soltó.

Lo mire confundida y a este qué bicho lo pico.

— Ósea sería igual de hermoso que los dos, porque miramos amor somos la pareja perfecta.

— No somos "pareja".

— Pero lo seremos. — me guiño el ojo.

-𝐓𝐄𝐍𝐓𝐀𝐍𝐃𝐎𝐌𝐄Where stories live. Discover now