forty-eight

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LUCIE POVS;

Rodee todo el hospital y ni un maldito puesto de comida. Sinceramente la comida de la cafetería del hospital era horrible.

Necesitaba comida de verdad, bueno comida chatarra.

Me adentré nuevamente al hospital caminando hacia la cafetería de este, al entrar pude notar que estaba mayormente vacía solo con la presencia de las cocineras.

Me acerqué hasta estas a pedir comida, luego de unos minutos ya tenía la comida de George y mía en manos.

Lucie. — una voz que reconocería a la perfección sonó a mis espaldas. Pierre Gasly

— Pierre, qué tal todo. — me voltee a verlo, este tenía una pinta horrible— ¿qué tal todo?

— Supongo que nada bien. — soltó un suspiro.

Bueno Gasly yo me tengo que ir.. — no quería seguir hablando con el, realmente no.

— Supongo que le llevarás comida a tu novio, George. — su mirada era desafiante, pero que carajos le pasa a este.

Solté una sonrisa cómplice.

— Pues si, con tu permiso me retiro y tu también llévale algo a Kika, debe estar muriendo de hambre. — no lo deje hablar, me retire de aquel lugar.

Camine por los pasillos logrando ver la habitación de George a la distancia.

Charles salía de esta, este al verme me dio una sonrisa y yo solo le alce la mano en forma de saludo.

—¿Que trajiste de comer, cariño?—preguntó George.

—Algunos Croissant, fue lo más delicioso que encontré. – alce mis hombros. — recorrí las afueras del hospital pero estaba desierto.

—Las calles de aquí son peligrosas, no debiste de haberte ido tan lejos Lucie.—Me quité la chaqueta y la arrojé sobre la silla vacía.

George apenas tuvo tiempo de responder antes de que optara por inclinarme hacia un lado para dejar que mi cabeza descansara en su regazo. Su mano buena comenzó a acariciar mi cabello y pude sentir sus ojos en un lado de mi cara. Todavía estaba sentado, y dejé que mis dedos rodearan su rodilla. Eso debe haber dolido.

Sabes que solo me preocupo por ti, ¿verdad? No estoy tratando de dictar lo que puedes y no puedes hacer—dijo George , colocando mi cabello detrás de mi oreja. Su voz era gentil y pude sentir la sinceridad detrás de ella. Fue increíble, de verdad.

—Lo sé—respondí. —Estoy de acuerdo contigo. Hay gente loca en este mundo. ¿Puedes creer que un hombre al azar me arrastró a un callejón escondiéndome de un ladrón?

George se rió entre dientes tímidamente, su mano se detuvo por un segundo.

Bellissima, detente. Pensé que habíamos pasado eso.

—Solo estoy diciendo—dije suavemente.—Te vi tomándote las costillas antes. ¿Te duele?

—Solo están magullados, amore . No te preocupes por mí—dijo, y una sonrisa involuntaria se formó en mis labios. Amore

—Te extrañé—le dije después de un momento de silencio. —No tienes permitido volver a hacerme eso.

En lugar de darme una respuesta sarcástica como esperaba, respondió:

— Lo siento, Mi Lu, estuve ocupado, pero prometo que no volver a pasar. — George me tocó la mejilla y me volvió la cara para que pudiera mirarlo.

Yo también te extrañé. Mucho—susurró, y otra sonrisa apareció en mi rostro. No pude evitarlo, y los ojos de George se suavizaron.—Ves, todo lo que tienes que hacer es sonreír y quiero caer de rodillas y darte el mundo. Eres muy peligrosa, bellissima

—¿Yo soy el peligrosa?—Pregunté, juntando mis cejas

George dejó escapar una pequeña risa.

—Nunca vas a dejar que me olvide de eso

—Nunca.

—No te culpo—dijo, y pude escuchar la alegría en su voz. George sabía que no estaba enojado con él, pero la parte de 'nunca dejarlo vivir' era de hecho cien por ciento cierto.

—No eres un mal hombre, George —susurré, dejando que mi mano descansara sobre su muslo. Sentí que necesitaba tranquilidad, y era evidente que lo apreciaba en la forma en que todo su cuerpo se relajaba debajo de mí. —Solo a veces—agregué, y él se rió a carcajadas y yo sonreí al oírlo.

—Dios, eres increíble. Gracias—Se inclinó y me dio un suave beso en la sien. Volví la cabeza para capturar sus labios en los míos porque no tenía palabras para describir cuánto extrañaba besarlo.

George palmeó la parte de atrás de mi cabeza, besándome profundamente. Me alejé cuando sentí un tic en sus labios que inmediatamente me dijo que tenía dolor. Él gimió en objeción, pero me enderecé y lo miré. Sus labios estaban en un pequeño puchero, y me di cuenta de que quería otro beso.

—Sobre esa ducha...—dije sugestivamente, y si no me equivoco, las mejillas de George se sonrojaron.

—Joder—gimió George, dejando caer la cabeza hacia atrás. Algo creció entre sus muslos, y mi boca se abrió. ¿George estaba teniendo flashbacks? Parecía que lo estaba, y tuve que admitir que yo también lo estaba.

No había dejado de pensar en ese día, y no había dejado de pensar en la noche en su ático también. Todos ellos eran recuerdos que hacían que mi presión arterial subiera de una manera extremadamente poco saludable.

—¡Vamos a darnos esa ducha!— dijo George con entusiasmo, tomando mi mano entre las suyas.

— ¡GEORGE! estamos en un hospital— este me miro con ojos de perrito.

-𝐓𝐄𝐍𝐓𝐀𝐍𝐃𝐎𝐌𝐄Where stories live. Discover now