thirty-four

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GEORGE POVS:

Cuantas ganas tenía de besarla.

El dominio propio y la paciencia eran virtudes que luché por poseer. Y cuando se trataba de Lucie, era difícil contenerme. Pero joder, tenía que hacerlo. Estuve mirándola , de pie allí... su cara bonita y sus mejillas rozadas y su suave piel blanca y su cabello oscuro con semi brillos rubios. Maldita sea. Me está volviendo loco.

Sabía que no pasaría mucho tiempo antes de que toda la fuerza de voluntad saliera volando por la ventana.

Justo cuando la alcancé, mi mente cambió en un abrir y cerrar de ojos. Lo último que quería hacer era ponerla más incómoda de lo que ya tenía. Nuestra primer rencuentro no fue ideal y seguí adelante y lo arruiné aún más. Yo, de alguna manera, tenía que redimirme.

—Toma—puse el dinero en efectivo sobre la mesa. —La comida estará aquí en cualquier momento—dije, recurriendo a una excusa que pensé en una fracción de segundo.

Era tan hermosa.

–No, está bien. Solo-

–Lucie–suspiré–por favor.

Ella me miró, y era inocente, pero tuve que contenerme para no gemir audiblemente. Deja de mirarme así, quise decir pero apreté mis labios en su lugar.

Luego, ella asintió y una sonrisa se dibujó en su rostro y mi puño automáticamente se cerró a mi lado. Era una sonrisa genuina. Uno que se mostraba en sus ojos.

Me froté la yema del pulgar por la punta de los dedos, algo que siempre hacía para calmarme. Todo lo que hizo fue quedarse allí y yo tenía pensamientos impíos corriendo por mi mente.

—Gracias—dijo, y la sonrisa se podía escuchar en su voz. Hice una nota mental: aliméntala para verla sonreír. Ya no había miedo en sus ojos, y no creo que se diera cuenta de lo mucho que lo disfruté.

Mi estado de ánimo se oscureció de inmediato, sabiendo que estaba perdiendo la oportunidad de compartir una comida con ella.

En el momento en que puse mis ojos en ella... supe la quería solamente a ella.

—Te veré pronto. Disfruta, bellissima—le dije por encima. mi hombro, haciendo mi salida

—Adiós, George.

Si no me equivoco, sonaba un poco deprimida. El pensamiento me tenía emocionado sin razón. ¿De verdad quería pasar tiempo conmigo? ¿Estaba imaginando cosas? probablemente lo estaba.

Caminé hasta mi auto estacionado, justo en la parte trasera del complejo de los Wolffs. Haciendo lo que hacía, y sabiendo lo que hacía, ser discreto era de suma importancia. Y me costó muchísimo ser discreto. Mi exhalación fue pesada mientras me sentaba en el asiento del conductor.

Dios, tenía tantas ganas de besarla. Sus labios se veían tan suaves y..

–Contrólate–murmuré, frunciendo el ceño a nadie más que a mí mismo en el espejo retrovisor

Londres, Reino Unido
21 de julio 2022.

Me tiré boca abajo en mi sofá, sintiéndome agotada tanto física como mentalmente.

Mi día completo consistía en encargarme de las oficinas de mi padre y poner orden, gracias que aquel sujeto fue despedido ya que supuse que George le habría contando a mi padre.

Me quité los zapatos y casi aterrizaron en una de mis macetas. Sin molestarme en recuperarlo, me desplomé más en el suave sofá y cerré los ojos. Podría haberme quedado dormida allí mismo, con esos malditos jeans incómodos todavía en mi cuerpo. Así de exhausta estaba.

Mi cabeza palpitaba, y justo cuando estaba a punto de relajarme por completo, alguien llamó a mi puerta.

Un gemido de queja salió de mi pecho, odiando que mi silencio fuera perturbado.

—¿Quién es?—No me molesté en levantar la cara, pero estaba frunciendo el ceño y mi voz estaba amortiguada por el sofá. No tenía dudas de que quienquiera que estuviera al otro lado me había escuchado claramente.

—¿Quién más podría ser?—Reconocí la voz de Zendaya. Solté una pequeña risa, teniendo una idea de quién más podría ser. Lentamente, me incorporé y me aparté el pelo de la cara.

Abrí la puerta e inmediatamente me envolvió un abrazo fuerte y reconfortante. Me reí cuando sostuvo mi cabeza contra su pecho, acunándome como si fuera un bebé hasta que finalmente me soltó. Solo para sostenerme con el brazo extendido e inspeccionar mi rostro.

—¿Estás bien?–preguntó, frunciendo el ceño

—Estoy bien. Deja de estresarte por eso–le dije, haciéndome a un lado y dejándola entrar a mi apartamento. Como de costumbre, se acomodó en su casa y se dirigió directamente a mi refrigerador por una botella de agua. Cuando terminó de tragar, se limpió la boca y colocó su trasero sobre el mostrador.

—¿No deberías estar en el trabajo?.

Los labios de Zen se apretaron, antes de que sus ojos se abrieran repentinamente. —Oh, tengo que decirte algo. Ya salí de grabaciones.

—¿Cómo están las cosas contigo y Jacob.

—Genial. Asombroso. Impresionante— Con sarcasmo en su tono, levantó las manos en el aire y siguió paseando por mi pequeña cocina. Estaba acalorada, y era evidente en la forma en que sus mejillas comenzaron a enrojecerse.

—Rompimos. Él es demasiado... celoso y posesivo y yo me parezco demasiado a él. Discutimos demasiado y él dijo algunas cosas que se suponía que no debía decir y me fui–su voz se quebró, y su ojos llenos de lágrimas

Se dio la vuelta, pero me levanté y envolví un brazo reconfortante alrededor de sus hombros. Ella lo aceptó, dándome una pequeña pero triste sonrisa. Me dolía el corazón al ver a mi amiga molesta.

—Después de toda esta mierda... descubrir quién era. Qué era. Debería haberme ido cuando él dijo que debería hacerlo y ahora estoy herida y no hay nada que pueda hacer al respecto—divagó, tropezando con sus palabras rápida y apresuradamente

Maldito Jacob.

Cuando terminó, estaba jadeando con fuerza, pero había alivio en su rostro al finalmente sacarlo de su pecho.

—¿Debería olvidarme de él?—preguntó, pero la pregunta parecía dirigida a ella misma.

—¿Ya se acercó a ti? ¿Te llamó y se disculpó por lo que dijo?

Hubo un silencio antes de que ella respondiera, —no.

—Entonces.

Otro silencio abrumador y prolongado, casi hasta el punto de que pensé que estaba enojada conmigo hasta que volvió a hablar. –Odio que tengas razón–murmuró, echando la cabeza hacia atrás y mirando el techo opaco.

—Entonces, ¿estás-

—Deberíamos salir esta noche—me interrumpió, agarrándome por los hombros con una mirada salvaje en sus ojos. Mi nariz se arrugó en un ceño fruncido.

—Absolutamente no—negué con la cabeza, cortando su pedido de inmediato. Estaba exhausta y quería dormir por lo menos diez horas ininterrumpidas. Salir sería un obstáculo que no creía poder manejar, especialmente sabiendo lo borracha que actuaba Zendaya.

—Vamos. Por favor– agarró mis manos, saltando sobre sus pies mientras suplicaba. —Quieres que me olvide y esta es la única manera.

—Zendaya. Esa no es la única forma. Estoy cansada y no estoy de humor para la gente— pude sentir que mi argumento se debilitaba, cediendo lentamente a los ojos marrones de cachorrito que dirigía hacia mí. Suspiré derrotada, pero no pude evitar poner los ojos en blanco y sonreír cuando su rostro estalló en una gran sonrisa.

Así me tuvo en la ducha, mental y físicamente preparándome para la noche que tenía por delante.

-𝐓𝐄𝐍𝐓𝐀𝐍𝐃𝐎𝐌𝐄Where stories live. Discover now