-. Capítulo 13.-

357 54 17
                                    

El clima en Beijing era sombrío, muy diferente al brillante sol de las Islas Maldivas. Las nubes negras amenazaban con desbordarse, como si en cualquier momento iniciara un diluvio.

De camino al hospital, esto era lo que veía Xiao Zhan, quien salió de su aturdimiento cuando sintió el suave apretón en la mano, Yibo lo estaba llamando y no respondía.

—Cariño, ¿estás bien? — pregunta Yibo, y se lleva una mirada extraña por parte de los trabajadores de la casa Xiao. Ellos nunca vieron de buena forma este matrimonio entre hombres.

—Emm... Si, Bo-di, estoy preocupado, la última vez que vi a mamá fue cuando nos visitaron, me preocupa que esto tenga que ver con cómo la vimos en ese momento. Han pasado varios meses y...

—Baobao... todo estará bien, ¿sí? —Yibo lo tranquilizó besando el dorso de su mano, esto hizo que Xiao Zhan se sonrojara y sonriera.

Una vez que llegaron al hospital, se apresuraron a entrar, dirigiéndose a la unidad de pacientes críticos. Uno de los trabajadores que venía con él, se adelantó y habló con el médico haciendo una seña hacia Xiao Zhan, por alguna razón, el médico lo miró con lástima y asintió con la cabeza.

Xiao Zhan estaba nervioso, le sudaban las manos y las tenía tan frías como si las hubiera metido en un cubo de hielo. Solo quería ver a su madre y llevársela de ese horrible lugar. Le recordaba las innumerables veces que, de niño, acompañaba a su madre, y que, por alguna razón siempre que venían su madre lloraba desconsoladamente. Cuando un inocente Xiao Zhan le preguntaba por qué lloraba, ella simplemente decía que mamá estaba débil.

Y ahora estaba ahí, blanca como un papel, casi del mismo color de las sábanas de la camilla donde se encontraba. Los elásticos de la máscara de oxígeno algo de color podían agregar debido al roce con la delicada piel de su madre. Una sarta de mangueras salía desde los brazos de su madre, haciendo que la vista de Xiao Zhan ardiera y se nublara.

Los trabajadores iban a entrar, pero Yibo les bloqueó la puerta en la cara, quedando solo ellos tres dentro de la fría sala de hospital.

—Mamá, estoy aquí... tu bebé está aquí, mamá. — Xiao Zhan pensó que sonaría normal, pero la tristeza de ver a su primer amor en este estado le quebró la voz.

La única respuesta que tuvo fue la del monitor cardíaco.

Xiao Zhan sostuvo la fría mano de su madre entre la suyas y la comenzó a besar.

—¿Qué pasó, mamá? ¿por qué llegaste a este punto? tienes que mejorarte, no me puedes abandonar. —dos hilos de agua tibia corrían por los ojos de Xiao Zhan. Aquél joven que se mostraba duro ante el mundo, en esta pequeña sala se dio el lujo de mostrarse débil.

Por favor, mamá, debes mejorarte, no me puedes abandonar... debemos... volver a casa juntos... hay... hay tantas cosas que quiero contarte.

En eso tocaron la puerta de la habitación, Yibo, que fungía como guardia, entreabrió la puerta, pero al ver que era el médico lo dejó pasar, lanzando una mirada de advertencia a los que esperaban afuera.

—Doctor, dígame la verdad, por favor, ¿qué pasa con mamá? ¿por qué está así? — Xiao Zhan se puso de pie rápidamente y se acercó al profesional.

—Joven Xiao, me temo que no tengo buenas noticias. Su madre... —lanzó una mirada a Yibo antes de continuar.

—Puede hablar, doctor, él es mi esposo. —respondió Xiao Zhan. El médico agachó la cabeza y respiró hondo.

—La... La señora Xiao, llegó ayer en la mañana con múltiples lesiones internas. Es una situación difícil, no creo que sea bueno entrar en detalles por ahora. Le sugiero que se quede junto a su madre todo el tiempo que sea posible.

Atado a tiWhere stories live. Discover now