-.Capítulo 18.-

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Hace dos meses

Ekaterimburgo

Al bajar del avión, Yibo sentía que algo iba mal. Saliendo del aeropuerto lo esperaba una limusina elegantemente negra, y dos guardaespaldas con cara de mafiosos.

–¿Señor Wang? –Preguntó la asistente, Yibo asintió seriamente–Suba, por favor. El señor Kravchenko lo espera.

Yibo sin otra opción, subió al vehículo con rumbo desconocido.

Calculó la hora, debía ser de madrugada en China, no llamaría a Xiao Zhan, conociendo los problemas de sueño que tenía su esposo.

Una vez dentro de la mansión, Yibo es conducido a una habitación previamente preparada para él. Quiere negarse, pero la asistente que lo trajo, le dijo que cualquier decisión que tomara, debería ser después de reunirse con el señor Kravchenko.

Yibo asintió y se tumbó en la cama, no notó lo cansado que estaba, hasta que despertó horas después, cuando su sueño se vio interrumpido por el toque en la puerta.

Se abrió la puerta, y era una sirvienta que le llevaba una bandeja con un desayuno bastante sustancioso. Jugo, café, tostadas, queso, jamón, cremas y un sinfín de delicias típicas, todo en una bandeja y depositado en la mesa que estaba dentro del gran dormitorio.

Cuando Yibo llegó a la mansión era de madrugada, no había notado los detalles de la habitación en la que se encontraba. Por un momento se sintió como si estuviera en un palacio, la cama tenía un dosel elegantemente bordado que hacía juego con las cortinas, el techo era muy alto, y solo después de analizar la situación notó la suavidad del edredón en el que se encontraba envuelto.

Pero su corazón se sentía inquieto, sin duda el lugar donde se encontraba no tenía comparación con su casa, pero hoy no despertó con el amor de su vida entre sus brazos, esto solo hacía que quisiera regresar lo más pronto posible a casa.

El señor Kravchenko había aceptado un convenio con las Empresas Wang, pero esto no era más que una tapadera para los reales planes que Wang Han y Nikolai Kravchenko habían montado.

Yibo se levantó de mala gana, se lavó y se sentó a desayunar. Mientras se aseaba, una empleada entró a la habitación para ordenar todo rápidamente y dejó la ventana abierta, por lo que ahora podía sentir la fresca brisa matutina, la brisa tenía un leve aroma a césped.

Unos minutos después, tocaron nuevamente la puerta, para informar que el señor Kravchenko lo esperaba en el estudio.

Yibo se prepara con todos los documentos que había llevado y que debían ser firmados.

Es dirigido a un salón de igual o más elegancia que la habitación en donde se encontraba. Se sentó en la mesa que no parecía un escritorio, sino más bien un escritorio de una sala de reuniones de una oficina común.

En la mesa había una pequeña bandeja con café, té y azúcar, y un montón de galletas.

–Señor Kravchenko, espero que no lo tome a mal, pero... –

–Pequeño Yibo, mi hija llegará pronto, mientras tanto, podemos firmar los documentos. –dice el hombre con un acento inglés mezclado con ruso muy marcado.

–Disculpe... ¿su... hija? –Yibo estaba un poco confundido, ¿qué tenía que ver la hija de este hombre?

–¿Wang Han no te lo dijo? La condición para firmar este acuerdo es que debes salir, por al menos un mes con mi hija, y espero que puedan concretar un feliz matrimonio.

El corazón de Yibo cayó al suelo, sintiendo cómo su cuerpo se enfriaba un par de grados, comparándose con el gélido clima ruso. Sus manos comenzaron a sudar y pudo sentir las palpitaciones de su corazón.

Atado a tiWhere stories live. Discover now