Capítulo 11: la única.

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Finn Murphy.

No pienso en nada cuando comienzo a empaquetar las cosas de Violet, abro armarios y vierto la mayoría de su ropa en un viejo macuto que he encontrado bajo la cama. No tiene demasiadas pertenencias, sin embargo, me encargo de recoger cada una de ellas con cuidado, tratando de no adentrarme demasiado en su vida privada y, a la vez, con un profundo sentimiento de tristeza instalado en el pecho.

Tiene que marcharse a un lugar seguro y alejarse de la soledad que le ha impuesto las decisiones erróneas de su familia.

Aunque trato de hacer el menos ruido posible al cerrar la cremallera del macuto para no despertarla, Violet se remueve en la cama hasta que nuestras miradas se encuentran. Tiene la mejilla herida, el labio roto y muchas lágrimas en sus pupilas. Se me encoge el corazón. No se merece esos golpes... 

—¿Qué haces?—me pregunta cuando dejo el macuto encima del colchón. 

Me observa con sus bonitos ojos claros y puedo ver reflejado en ellos la confusión que siente en este mismo instante. Me pregunto que haría Lukas en esta situación y me entristezco al recordar que fue capaz de morir por ella. 

No ha servido de nada... 

—No puedo permitir que sigas estando sola aquí. Te quedarás en mi casa hasta que todo se solucione.—Sentencio.

Violet frunce el ceño, aún más sorprendida, se incorpora un poco y se queda pendiente a mis rápidas acciones mientras tomo mi mochila y sigo rellenándola de sus pertenencias.  Mi corazón late con fuerza, furioso y nervioso. No quiero que le hagan daño. Otra vez no. 

—No puedo irme contigo, Finn.—Intenta hacerme entrar en razón, pero no me detengo. 

Abro los cajones de su viejo y ordenado escritorio. Tomo sus cuadernos, libros de texto y estuches. Violet se levanta costosamente y su mano se aferra a mi antebrazo.

—Finn...

—No puedes quedarte aquí.—Quito su mano y Violet no vuelve a tocarme más. 

—Tampoco puedo arriesgarte a ti. Ni a tu entorno. 

Me giro hacia ella una vez que meto los objetos en mi mochila y me doy cuenta de lo mucho que está temblando. La analizo y me percato de que, aunque pronto cumplirá dieciocho años, sigue siendo una niña vulnerable. Bajo mi atención hacia las marcas violetas de su cuello y siento como mi sangre hierve de impotencia. 

Drew va a aniquilarme, sin embargo, ya no puedo seguir quedándome de brazos cruzados, pues mi alma necesita responsabilizarse del último deseo de Lukas. Dejo caer la mochila al suelo, tomo cuidadosamente sus hombros con ambas manos y ella soporta las lágrimas lo mejor que puede. 

—Todo esto se va a solucionar. Te lo prometo.

Mis palabras la atacan y una lágrima se desliza por su mejilla con lentitud. 

—Finn, no quiero que te involucres en esto. —Vuelve a negar mi ayuda y, luchando con el miedo que me produce el contacto físico, subo la palma de mi mano hasta su mejilla sana. 

Violet se estremece ante el gesto, cierra los ojos y se inclina contra mi palma como si buscase más de mi contacto. Tenso la mandíbula al percatarme de la intensidad de los latidos de mi afligido corazón. No me disgusta la sensación de su piel aterciopelada, ni su suavidad. Me agrada. Me atrae.

Los hermanos MurphyWhere stories live. Discover now