Capítulo 13: música.

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Drew Murphy

Me siento culpable. 

Finn y yo siempre hemos estado unidos. Si las cosas iban mal, luchábamos para buscar una solución que nos permitiera seguir adelante. Sentía que tenía una ayuda extra, no solo económica, sino cuidando de Daisy y Neil o un apoyo mutuo e incondicional que habíamos creado desde niños. Por esta razón, la repentina charla que tuvimos en mi dormitorio me ha afectado demasiado. 

Me sentía amenazado aunque nadie estuviera apuntándome con nada. La preocupación por que todo lo que habíamos construido se destruyera había provocado que le dijera cosas que no quería. Yo nunca podría echarlo de casa y jamás lo dejaría a su suerte. Aún así, he sido capaz de herirlo. 

Soy despreciable. 

Han pasado dos semanas desde que Violet entró en nuestras vidas y mi relación con Finn se enfrió. Catorce días en los que no soy capaz de dormir tranquilo y mi corazón arde cada vez que veo a mi hermano. 

He intentado solucionarlo de todas las maneras posibles, pero Finn no es capaz de mirarme a la cara. Me duele la lejanía que se ha instalado entre nosotros, muchísimo, y me enfurezco más conmigo mismo, al darme cuenta de que Violet está lejos de ser una amenaza para nuestra familia. 

La joven es la persona más dulce que he conocido en mi vida. No se queja del desorden y, aunque nadie se lo pida, me ayuda con las tareas más ordinarias del hogar. Se preocupa por que Daisy no se olvide el almuerzo, plancha todos los uniformes de mis hermanos, cocina platos calientes y no precocinados, ayuda con las tareas escolares a la pequeña de la casa y, sobre todo, ha hecho reír a Finn en varias ocasiones.  Y eso es muy complicado. 

He sido demasiado duro e injusto.

No entiendo por qué me aterra tanto abrir las puertas de mi casa a lo desconocido. 

Mi humor no ha sido el mejor durante estas semanas e, inevitablemente, Oscar ha preferido detener las citas dobles hasta que deje de comportarme como un viejo gruñón y aburrido. No sé si le da miedo que Chloe se espante, pero me parce extraño conociendo que comparte departamento con la persona más seria y taciturna del universo. 

No veo a Olivia por lo que parecen ser décadas y me percato de que aquellas citas no me resultaban tan exasperantes como pensaba. Por el contrario, me sorprendo a mi mismo al sentir el deseo de escribirle a Oscar para proponer un nuevo encuentro.

También podría mensajear yo mismo a Olivia directamente...

Mi corazón se agita incontrolablemente y me doy una bofetada imaginaria. 

No quiero que piense algo que no es real, por lo que me abstengo a mis incesantes pensamientos y me centro en el trabajo el resto de días de la semana.

La rutina regresa a mi aburrida vida y, esta vez, me desagrada más que de costumbre. Todo me irrita. Hay un aura oscura sobre mi figura y no quiere marcharse.

Nada me emociona. 

Ordeno las púas de guitarra del mostrador por colores, limpio estanterías y no me inmuto ante el sonido de la campanilla que hay sobre la puerta cuando se abre. Puede ser cualquiera de mis hermanos o algún cliente que viene a echar un vistazo a los discos.  No le presto atención, pues la persona que ha entrado no dice nada, y trato de no caerme de la escalera de metal conforme limpio los estantes más altos de la tienda. 

Los hermanos MurphyWhere stories live. Discover now