XXXVI . Talokan

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4 de Agosto 1943

Le asustaba el título de Reina, no sabía cómo gobernar pero estaba emocionada, se quería casar y sería con el amor de su vida, estaba contenta, pero de nuevo su pasado, sus problemas en la cabeza venían a estropear su felicidad.

Los preparativos para la boda habían quedado perfectos, no había de que preocuparse y por fin podía ir a descansar solo que está vez no sola, después de mucho desearlo, por fin estaba en su cama, abrazada a él, con el olor de su cuerpo contra el suyo.

Necesitaban de ambos, se habían vuelto dependientes a ellos, a sus besos, abrazos, pláticas y noches. Estar juntos en esa cama era ponerse una sonrisa hermosa en el rostro, era estar tranquilos.

Pedir perdón es el primer paso, el segundo lo dijo él "Déjame esforzarme en tu perdón" y es lo que haría, dejarlo luchar por ella, porque tampoco soportaba su ausencia y aunque aún no olvidaba todo por completo, lo tenía con ella y era lo que importaba.

Después de haber aceptado lo mucho que lo amaba, después de que él aceptara que la necesitaba para dejar de ser el hombre fuerte, serio y poderoso para ser uno que necesitaba besos, caricias, necesitaba de una mujer en su cama para hacerle mimos y amarla, aúnque todo era felicidad, los pensamientos intrusos, Ana, la estaban matando, estaba furiosa por haberle dado el perdón que según ella, no merecía.

Y ahí estaba, con Namor respirando en su cuello, con una mano en su cintura, mientras lloraba por la culpabilidad que le decía Ana.

"Él no te ama, solo sigue sintiéndose culpable"
"Patética, lo perdonó a la primera"
"Verás cómo te vuelve a fallar"

Sus lágrimas se deslizaban por su rostro, un llanto silencioso para así no alterar la paz de la habitación ¿Sería adecuado pedirle un abrazo? Para estar segura de la decisión que tomó.

Guío una mano a la de Namor que tenía en su cintura para quitarla con cuidado y así no despertarlo de su sueño profundo.
Hacía días que Namor no dormía tan bien y estar con ella como por arte de magia lo durmió tranquilamente, parecía un niño recién comido para dormir durante horas, tal vez ella si lo había hechizado cómo decía Mactzil.

Sentía hambre así que se limpió las lágrimas y fue a la cocina buscando algo de comer, no sabía ni siquiera qué hora era pero tenía mucha hambre y aun se sentía cansada por todos los preparativos así que creyó que un poco de alimento la ayudaría.
Realmente todos los que ayudaron fueron a la cama muy tarde, a primera hora de la madrugada y eso la tenía gastada.

Estaba en camisón largo que la mantenía caliente y cubierta de todo el cuerpo, pero, estaba necesitada de atención, tenía el deseo de que le arrancará el camisón, no sabía cómo pedírselo y la inseguridad aún seguía.

"No te desea, solo se burla de lo patética que eres en su cama"
"Lo perdonaste, ahora no sirvas a sus deseos"
"Zorra necesitada"

—Cállate.—Dijo en un susurro a las voces en su cabeza mientras buscaba en la alacena.

Encontró un tarro que al acercarlo a su nariz sintió el antojo de embarrarlo en algo sin saber que era.
Buscó más encontrando pan, aún suave, lo cortó con sus manos y le unto aquella espesa mezcla con un color café que apenas distinguía en la oscuridad.

Se subió a la mesa de la cocina así descansando sus pies hinchados del día y metió el pan a su boca, al menos no había agarrado veneno, aquella mezcla era dulce y pegajosa en su boca, cajeta, había olvidado su fascinación por los dulces de leche.

Movía los pies mientras comía tranquilamente, por un rato se calló Ana, tal vez también quería comer, dejándola así tranquila y sin llorar, con una sonrisa por saber que ahora que volviera a la cama estaría ahí para abrazarla.
Termino de comer la primera mitad para seguir con la otra y está vez en lugar de untar solo un espejo de cajeta, le unto con ganas, sabía que tenía que comer más, ahora por dos.

Sin Amor - Fanfic Namor Where stories live. Discover now