XLII . Nuestro sueño

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30 de Agosto 1943

Kꞌuꞌukꞌul Kaan tenía los ojos cerrados, boca arriba, durmiendo después de lo mucho que le había costado.
Estaba cansado pero ella no estaba con él y eso le hacía más difícil conciliar el sueño.
Aún con sus nervios vivos lo logró y estaba durmiendo o viendo.

Sueños, destino, cosas muy distintas pero que la última vez le habían dejado muchas preguntas, era curioso que él no creyendo en la visiones, estuviera teniendo una, cómo mensaje, aviso, aunque muy tarde lo comprendió.

—Tuméen in k'Kꞌuꞌukꞌul Kaan na'=¿Por qué me llamo Kꞌuꞌukꞌul Kaan, mamá?—Preguntó el pequeño que aún no era infeliz, aún no vivía Sin Amor, aún no era Namor.

Los frutos debajo del mar no eran los más ricos, pero sí los más nutritivos y que en ese momento era lo único que tenían para comer. Aún era una nación joven, llevaban menos de medio siglo en el mar. Era Talokana joven que estaba aprendiendo a vivir ahí, a sobrevivir, así que con eso se tenían que conformar.

Estaban en un lugar de cosecha que estaba levantado en algas.
La pequeña familia que estaba conformada por Ixchel la madre de Namor, la segunda al mando del aún pequeño Talokan y K'ukulk'an el niño feliz que no sabía su futuro y no tenía odio.

—Teech jach táankelem utia'al wojéeltik lelo' in paal=Eres muy joven para saberlo mi niño.—Lo miró nadar entre las altas algas.

En realidad no lo era, tenía la edad de un hombre, aunque todos vieran un niño travieso, era un hombre con imagen de niño gracias a la unidad en la que nació, siendo más que un simple Talokani.
Ixchel vivía, solo vivía porque nunca sintió que el mar fuera su hogar, su hijo la mantenía feliz, la mantenía viva en esas penumbras marinas, lo amaba demasiado que hizo una caja de vibranium con sus brazos protegiendolo porque la vida que les tocó no era fácil, quería mantenerlo con ese brillo, sin odios, sin tristeza...ciego al verdadero mundo que vivía.

—Ma' kolnáalen tanto na', K'a'as ti' teen a kanantaji'=No lo soy tanto mamá ¡Recuerda que yo te cuido!—La mujer sonrió.

Era una mujer de ya avanzada edad así dejando claro que no era nacida de un vientre Talokan, así avisando que en solo unos años se despedirá.
Pero aunque era infeliz no quería morir, tenía a su niño y su muerte significaba demasiado, no solo para Talokan también para la futura vida del heredero al trono, su hijo, el cual no quería ver sufrir, no quería que supiera muchas cosas, su origen, nombre, futuro.

El acuerdo era que al la mujer morir, su hijo ascendía al trono, en un principio, cuando ya había perdido al amor de su vida, cuando ya no tenía un hogar, cuando ya no había nada que esperar, solo a su bebé, le pareció hermosa la idea de que su hijo, el primero de Talokan, fuera el futuro Rey, pero ahora, la nación a la que guiaría era demasiado.
Aquella mujer se sentía culpable por cosas que aún no le sucedían a su pequeño, porque lo trajo al mundo, a uno donde ella sabía cuál era el peligro, empezando por ser Rey de tal nación.

Y justo así fue, porque todo brillo de juventud en Namor, se fue al sentarse sobre el trono.

—Ma'alob, yaan jump'éel destino, jump'éel bej in paal beetike' a k'aaba', a kuxtal=Bueno, existe un destino, un camino mi niño, por eso tu nombre, tu existencia.—Le dolía saber eso.

—Ba'ax in k'áat ka le bejo' in bisik u guerrero, je'el in na'.=Quiero que el destino me lleve a ser guerrero ¿Puedo mamá?—Dijo emocionado, nadando hacia ella por un abrazo.

—Je'el u páajtal a in paal, chéen, jo'osene'exi' ba'al=Puedes mi niño, solo prométeme algo.—El niño subió sus ojos a la mujer—A toj óolal xan importa=Tu felicidad también importa...

Sin Amor - Fanfic Namor Where stories live. Discover now