xi. 100 metros=beso

10.3K 984 177
                                    

Era extraña la sensación en mi estómago cada que Alexis estaba cerca, ese tirón en el estómago, y como mi boca empezaba a hablar sin parar solo para no sentir que lo estaba aburriendo; el latir de mi corazón ante el aroma de su colonia y las ganas inmensas que tenía de abrazarlo. 

Quería contarle mis sueños, mis esperanzas y quedarnos hablando durante horas solo de tonterías mientras juego con su gorro, tal vez una pequeñísima especie de fetiche que cree gracias a él. 

Pero no lo hice, porque no sabía cómo reaccionaría, ni si él sentía lo mismo, o si era muy rápido tener el deseo de tenerlo un poco más cerca. Intenté calmar a mi cabeza con la idea de que todo pasaría, yo me regresaría a Argentina en dos días y probablemente no nos volvamos a ver dentro de un tiempo. 

Era agridulce el amor platónico que se criaba dentro de mi hacia él, porque sabía que no se concretaría; él estaba en Los Ángeles. 

De todas maneras, se me hacía irreal todo el panorama general, los dos caminando hacia algún lado. 

—¿Has venido alguna vez? —pregunté, jugando con mis dedos. 

Él sonrió. 

—Oh, no, milady, mi mamá no me dejan viajar tan lejos casi nunca —dijo, acomodándose sus lentes—; me iba a obligar a venir con mi hermana, pero Karl se ofreció. Pero que maleducada eres, eh, pensé que te ofrecerías a hacerme un tour. 

—¿Un tour? —repetí, mi cabeza empezó a llenarse de posibilidades. —¿Eres alérgico a algo en particular?

Quackity carcajeó un poco. —Por favor, solo no me mates. 

—No prometo nada. 

Alexis me tomó ligeramente por los hombros para ponerme en su izquierda antes de cruzar la pista, mi corazón explotó ante el pequeño acto, pero retiró su mano cuando la pista se acabó. 

—¿T-Tú ya has estado aquí? —me preguntó con las mejillas sonrojadas, lo miré por dos segundos y,  cuando él se dio cuenta, abrió los ojos de par en par y se cubrió el rostro con las manos. —Soy un pend-, tonto, perdón, soy un tonto; claro que has venido antes. 

—Claro, mi novio vivía aquí —murmuré riendo, pensando que tal vez no fue una buena idea mencionar a mi ex con mi amor platónico, pero él solo rió. —Solíamos pasear fuera más que en casa. 

—¿Y salían con su perro y todo como pareja de revista? —dijo con un tono exagerado. —Órale, solo falta que me digas que anduvieron desde la secundaria, él era capitán de fútbol y tú porrista. 

—¡Ya! —me quejé, dándole un leve golpe en el hombro— No te burles. 

—¡Auch, Verónica María, duele! —exageró, agarrándose el brazo y tirándolo para atrás con un gesto de dolor. —Ay, tus golpes me duelen más que el rechazo que me dio Paty Chapoy. 

—Exagerado —sonreí. —Ahora que lo veo de esa forma, sí era un tanto cursi. 

—¿Un tanto? —repitió levantando una ceja, poniéndose frente a mi y empezando a caminar hacia atrás para mirarme al rostro. —A ver, déjame adivinar, ¿te presentó a su madre en la segunda cita?

Miré al piso avergonzada, y el muy descarado se rió más fuerte. 

—Ay, santo cielo, María, ¿es en serio?

—Es que él... —bajé un poco la voz. 

—¿Él qué? —me preguntó, deteniéndose y, por lo tanto, obligándome a hacerlo también; acercando su rostro al mío para obligarme a hablar. —No mames... ¿vive con su madre?

Con amor, Quackity━━━━ a. quackity ✓Donde viven las historias. Descúbrelo ahora