xviii. charlas

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꒷꒥⭑ ⸱ ▮XVIII . . . ! ⿻ ─ ❨🕹️❩ ˚
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spreen's pov

Suspire y coloqué mi mano sobre el picaporte.

Tengo una hermana, Victoria, que jamás tuvo problemas con chamuyeos o cosas así, ella simplemente decía: bue, se intentó; y quedaba ahí.

Luego, al otro extremo, estaba Verónica.

Inocente, dramática, llorona y dulce Verónica, que ahora se encontraba echa un ovillo en su cama escuchando el álbum de Folklore de Taylor Swift.

¿Qué tan difícil puede ser?

—Ya, abre —dice Carrera tras mio, ocultándose detrás de mi hombro.

—Abrí vos.

—¿para tener otro enemigo a parte de Carlos? No gracias, prefiero quedarme con la buena imagen de mi amigo Quackity.

—Dejen de estar ahí parados y abran de una vez —dice Robleis tras nosotros—, solo abranla.

—Abríla vos —le decimos Rodrigo y yo a la vez.

—A veces rompen mucho las pelotas —murmura Oscu, tomando el picaporte y abriendo la puerta finalmente.

Me siento como en una película de terror al oír el crujir de las visagras, Verónica saca un poco de su cabeza desde las cobijas para vernos y luego se vuelve a ocultar.

Su habitación está hecha un desastre, lo cuál no sucede normalmente y en su laptop está la misma imagen que vi en la mañana: el show de Austin donde Quackity conoce a una chica.

Ahora entiendo por qué las mujeres piensan que los hombres son un caso perdido.

—Vero —le llama Robleis, pero ella no contesta.

—Verónica —esta vez lo hace Oscu, acercándose un poco y nosotros vamos con él.

—Verónica Maria —el resultado es el mismo con Carrera.

Entonces yo tomo una almohada que hay en el piso y se la aviento.

—¡Verónica Maria! —grito, escondiendome detrás de Oscu cuando el objeto le cae en la cabeza.

—¡Ustedes son unos boludos de mierda! —insulta, y entonces creo que debo dejar de decir insultos frente a ella. —¡Fuera!

—Es como si fuera nuestra hija adolescente —murmura Robleis.

—¡Dije fuera! ¡Ahora!

—Es hora del plan de contingencia —le digo a todos, quienes asienten y tragan saliva nerviosos.

Oscu empieza a caminar hacia Verónica y le saca la frazada de la cabeza rápidamente, antes de que ella nos tire una piña, Robleis le quita todo objeto cercano que nos pueda quitar, miro a Carrera y cuando nuestros ojos se encuentran sabemos que es nuestro turno.

Corremos hacia ella, cada uno por un lado, y la abrazamos fuerte hasta que ella deja de forcejear y se empieza a relajar.

Aquí es cuando empieza la parte difícil para todos, Verónica empieza a sollozar y esconde su cabeza en el pecho de Rodrigo, lo que me tranquiliza ya que no soy el mejor consolando, quien le acaricia el cabello en un intento de calmarla.

Ella se deja hacer y suelta la laptop, Robleis lo agarra antes de que caiga al piso y la deja sobre su escritorio.

—Voy a traer el helado —dice Oscu, saliendo de la habitación —y pediré un rappi.

—Mi tarjeta está sobre la repisa de mi habitación —le digo.

—No, dale, es Verónica —responde yéndose.

Robleis se sienta de piernas cruzadas sobre el piso y yo lo imito para poder ver el rostro de ella mejor, le quito unos mechones de cabello que le pueden estar incomodando y le limpio las lágrimas con mis pulgares.

Unas ganas de cargar a piñas a alguien.

—¿Por qué es tan difícil enamorarme de alguien de mi país? —susurra en sollozos, e inmediatamente todos respondemos de acuerdo.

—Sí, tenés razón.

—Nunca había oído algo tan cierto.

—Los hombres son unos pelotudos —suelta Carrera, lo miramos con el ceño fruncido pero él solo sube sus hombros y le resta importancia.

—Él es tan lindo... —susurra—, se merece a alguien como Olivia, ¿la han visto? Parece sacada de Victoria's Secret.

—Claro que no —dice Oscu, sentándose a nuestro lado y pasandole el helado a Verónica, quien agarra la cuchara y se la mete a la boca—, ¿vos estas ciega? Tiene las piernas disparejas.

—Sus ojos son tan claros que parece que no tiene alma dentro —opina Robleis, robandose un poco del helado.

—Y las cejas chuecas —continuo, la verdad es que ni sé quién es Olivia.

—Los hombres son unos pelotudos —sigue Rodrigo.

—Claro que sí lo parece, al menos más que yo —por favor, no lo digas— ¿O acaso yo parezco de Victoria's Secret?

Y lo dijo.

Los cuatro nos miramos sin saber qué decir.

Verónica es bonita, preciosa se podría decir, pero no es el tipo de chica que te imaginas caminando por una pasarela en ropa interior.

Porque se pondría roja como un tomate y no se atrevería a salir así, son contadas las veces que la vi en bikini y siempre me pedía una camisa grande mía para ponérsela encima.

—Eres mucho para Victoria's Secret —dice Robleis, salvándonos a todos.

—Muy cierto.

—Estoy de acuerdo.

—Los hombres son unos pelotudos.

—¿y ahora qué? La Velada es en menos de una semana y nuestro vuelo es en dos días —dice, levantando la cabeza para mirarnos.

—Gracias por recordarme que yo no iré, eh —dice Robleis, pero lo ignoramos.

—Si quieres, podemos alejarte cuando lo veamos —propone Oscu — y empujarlo con el hombro como lo hacían las niñas en primaria.

—O cagarlo a piñas —opino yo, concentrandome en el maquillaje corrido de Verónica.

Dale, sí, sí, sé que no son nada, pero, en mi defensa —Bueno, en nuestra defensa—, verla llorar es suficiente como para querer matar a alguien.

—Oooo —dice Carrera—, simplemente lo dejamos pasar, como personas normales. A mi me cae bien, solo que no se pase de nada porque, según sé, va a tener una cita.

Verónica asiente y se limpia los ojos con las mangas de su sudadera, que recién me doy cuenta es mía.

Se ve bonita en ella, pero no digo nada.

—Gracias chicos —dice—, los amo mucho, ¿saben?

—Aaaayyy —chilla Rodrigo, a punto de llorar—, que bonito.

Y seguido de eso, nos ponemos a consolar a mi amigo.

Con amor, Quackity━━━━ a. quackity ✓Where stories live. Discover now