En las nubes

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-¿Escuela para hombres? -preguntó con una mueca de extrañeza.

-Así es. Como puedes observar, hijo, no tenemos dinero. Esa institución es lo más rentable que tenemos en este momento -explicó su madre.

-¿¡Qué!? ¿¡Es en serio?!

-Me temo que sí.

Esa fue la charla que tuvieron hace tiempo, trataba de olvidarla, aunque entre más cerca estaba la graduación las palabras le acechaban. El momento llegó; ya no era más un alumno de allí.

El periodo vacacional enfrascaría lejos esa preocupación, pero solo de manera temporal.

-Wow... Eso suena caro -articuló con asombro.

-Lo sé. Mi padre se esforzó mucho para que pudiera entrar a esa escuela. -Sonrió con falsa alegría.

-¡Es genial! Tu padre es asombroso, aunque de miedo y me odie.

Penny rio con amargura.

-Yo iré a una escuela para puros hombres. Puedes estar segura de que nadie, ninguna chica podrá cruzarse en mi vista, claro, por obvias razones -habló con aires de grandeza.

Su pareja seguía sonriendo, pero podía notar cierta tristeza en sus ojos.

-Hey, no es cierto. Para mí nunca habrá nadie como tú. Eres la más hermosa chica del mundo y no podría amar a nadie que no seas tú, Penny -trató de corregir con rapidez. Tomó las manos contrarias y le miró con suma ternura.

Ella no dijo nada, solo sonrió con aflicción.

Pasaron el rato compartiendo el almuerzo en aquel establecimiento que frecuentaban. Entre bocado y bocado, Penny no dejaba de pensar.

-Oye... ¿Estás bien? -cuestionó su novio.

¿Era tan obvia?

-Es solo que, pensaba, en cómo sería el no vernos tan seguido a partir de ahora.

-Tal vez no podamos vernos diario, pero aún podemos mensajearnos o hacer videollamadas.

-¿Y cuándo alguno de los dos esté muy ocupado?

-Podemos inventar una clase de código, no sé. Quizá uno en específico, por lo menos para enmarcar algo como "no estoy muerto, pero tengo mucho que hacer".

Ella rio nuevamente. ¿Se estaba preocupando demasiado? Tal vez sí. Difícilmente Gumball le mentiría en cuanto su amor, no sería capaz de olvidar escribirle o incluso verle para demostrarlo.

Tan capaz... ¿Hasta qué punto?

Luego de aquel pequeño almuerzo regresó a casa con un poco de tranquilidad en su pecho, sin embargo, esta se disipó con alarmante rapidez cuando en la puerta del hogar se hallaba su padre, que quién sabe cuánto llevaba esperándola. Después de todo se había salido de la casa con prisa, y un asunto que ya llevaba atormentándola era en lo que menos quería pensar.

-Penny -llamó al verla congelada a unos metros de su posición.

No quería, no deseaba entrar. Sabía que su padre quería algo, algo que no era bueno e interfería nuevamente con su propia decisión.

-Pasa, tenemos que hablar.

Sentimiento inconclusoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora