Defensa

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Después de lo ocurrido ese día, él mismo se sorprendía de andar con todas sus extremidades intactas. Las enseñanzas de Leslie le habían salvado el pellejo.

—Ahora, lo que te dije es verdad, tienes que dejar de pensar en Penny —comentó el chico rubio.

La mención de su nombre aún le hacía reaccionar, era una punzada involuntaria.

—Puedo enseñarte algunas cosas que seguro te gustaran, además de que lo encontrarás muy útil.

Era agrio recordar esa parte de la historia. Poco a poco se posicionó en la boca de los otros alumnos por una especial reputación.

—Vaya, vaya. Miren quién va caminando por allí. —Se escuchó a sus espaldas.

Al voltear pudo percibir a un grupo particular y conocido. Esos malditos bravucones.

—Pero si es el "chico gato". —Se pasaban las palabras entre ellos.

—¿A quién te cogiste hoy? —preguntó un sujeto lleno de tatuajes.

Al inicio Gumball quiso ignorarlos caminando hacia adelante, pero ellos le seguían por detrás con comentarios cada vez peores.

—¿Pueden irse al demonio? —Se giró ya molesto.

—Uh, estás tenso, mejor ve a desestresarte por ahí con algún alumno —habló un chico robusto de cabellos rosas.

—Me voy a ir a desestresar con tu mamá, imbécil —reaccionó sin querer ante la provocación. Sin embargo, ese comentario no fue del agrado de nadie del grupo, podría decirse que tocó una fibra sensible.

—¿Qué fue lo que dijiste? —preguntó abriéndose paso entre sus amigos de forma amenazante.

—Lo que escuchaste —repitió con algo de miedo en su interior.

De allí lo único que recuerda fue el dolor físico ocasionado por la golpiza grupal. Pensó que nunca terminaría.

—¡Ustedes, imbéciles!

Esa expresión no logró llegar a oídos del chico que se cubría en posición fetal.

Con la visión borrosa, lo único que alcanzó a ver fue otro conflicto. Sin saber cómo ni por qué, solo sus ojos se cerraron.

Un chico de baja estatura en comparación a los del grupo se había sumado a la pelea, pero para sorpresa de los otros, en defensa del joven que yacía inconsciente. Increíblemente, aquel azabache peculiar había noqueado a todos, resultando poco herido en el proceso.

En la escena aparecieron otros dos sujetos de apariencia peculiar; un joven no tan alto, con maquillaje corrido en los ojos, chaqueta de cuero, guantes y botas negras; otro de complexión delgada, piel bastante clara, cabello azabache sostenido por una gruesa liga grisácea, además de una vestimenta peculiar pero poco animada.

—¿Qué demonios? —articuló el mayor dando un vistazo a la escena. No pudiendo creer que todo era a causa de ese sujeto —¿Qué diablos pasó aquí?

—¿Eres ciego o algo? —respondió de mala gana.

Ambos sujetos se miraron con desprecio mutuo.

Sentimiento inconclusoWhere stories live. Discover now