Detalles

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—¿Ustedes de nuevo? ¿Acaso son adictos a las golpizas? —cuestionó altanero el chico gato.

—Solamente cuando se trata de propiciarlas a otros —respondió Julius con malicia y acorralando al más bajo contra la pared con ambos brazos.

—Ni se les ocurra, saben que él vendrá a mi auxilio —aseguró sin ninguna pizca de miedo.

—Curioso que digas eso. Un pajarito nos dijo que hoy no asistió a la escuela —declaró con burla.

—¿Qué dices? —Su rostro cambió dando lugar a una expresión de pánico.

—¿Qué te parece si guardamos el secreto y nos divertimos un rato?

Gumball estaba aterrado, no había escapatoria, tarde o temprano lo atraparían. Después de todo aún faltaban muchas horas. Tenía que deshacerse del impedimento a sus costados para poder correr, solo había una manera. En un impulso se colgó del cuello del líder y depósito un beso en sus labios.

El de ropas poco coloridas rápidamente uso sus brazos para apartarlo; su grupo miraba estupefacto y confundido el acto. La víctima aprovechó esa distracción para huir.

—¡Qué asco! ¡Mátenlo! —exclamó despertando a los restantes que corrieron detrás del chico mientras él se limpiaba la boca.

Gumball terminó entrando a la enfermería. El lugar estaba vacío, a excepción de un rostro familiar que se encontraba reposando en una de las camas hasta que alguien entró de golpe rompiendo con su tranquilidad.

Sus piernas flaqueaban y su garganta quemaba, sin mencionar que el sudor empezaba a escurrirle por las sienes. No había tiempo para responder preguntas, su pecho subía y bajaba mientras su vista recorría y rogaba por algún sitio que fungiera como escondite.

Ignorando aquella mirada trastornada del castaño que no entendía el comportamiento ajeno, se ocultó rápidamente bajo la cama en la que se encontraba descansando su compañero.

—¡Oye! —exclamó mientras se removía incómodo mirando a ambos lados del colchón. Iba a seguir reclamando, pero escuchó como unas pisadas estruendosas se acercaban a su ubicación.

Ahora un grupo particular irrumpió en la habitación con un escándalo peor que el anterior. El que parecía ser el líder analizaba cada rincón.

—¿Dónde demonio se metió ese imbécil? —dijo y se adentró a la zona con los restantes que le acompañaban comenzando a buscar algún rastro.

Rob solo podía mirar con disgusto el panorama. Mientras tanto, el joven Gumball se encontraba sintiendo como el calor lo estaba agobiando y el sudor no dejaba de brotar. Rogaba internamente que se largaran.

—¡Maldición! ¡Es como una rata escurridiza! —comentó Mowdown.

—El título le empieza a quedar mejor que a Scythe —comentó Reaper con burla.

—No hay nadie a quien le quede mejor —le siguió Rotten.

—¡Qué! —se quejó el mencionado.

—¡Oigan, idiotas! No se nos pudo haber escapado tan fácil. ¡Sepárense y búsquenlo! —ordenó Julius.

Para calma de los dos presentes en la habitación, el grupo ya se había retirado.

—Gracias al cielo —suspiró aliviado el menor, tratando de apaciguar el llanto de sus órganos por la repentina actividad física y el susto de recién.

El contrario solamente rezaba fuertemente que no le dirigiera la mirada; mucho menos las palabras. Pero eso era pedir mucho.

—¡Hola! ¿Qué tal? —Salió de abajo de la cama y se expresó con una risa nerviosa por el aparatoso incidente.

El castaño no respondió.

—Sigues tan elocuente como siempre, qué bueno —dijo y dedicó un vistazo rápido a su entorno.

En el suelo, apoyándose en una de las esquinas de un mueble, se encontraba la mochila entreabierta del castaño.

—¡Hey, yo conozco esa libreta colorida! —Señaló —. ¿El señor Small también fue tu consejero escolar?

—Se podría decir que lo es, de hecho —afirmó desviando la mirada.

—¿El señor Small aún vive? —preguntó con asombro, aunque al ver el gesto poco animado de su compañero trató de enderezar la plática —. Digo. ¡Qué genial que siga haciendo lo que le gusta!

—Si ya no te están persiguiendo, ¿podrías retirarte? Necesito descansar

—¿Estás loco? ¡Estarán esperando por todos lados! —exclamó con pánico, sin embargo, no tardo en recobrar la postura ante una excusa para seguir molestando al de orbes extravagantes —. A todo esto, ¿por qué estás aquí?

—No es de tu incumbencia.

—"Probable anemia" —leyó de una de las hojas que se encontraban en una tabla portapapeles cerca de su cama.

—¡Oye, deja eso! —gritó y comenzaron un forcejeo sin sentido.

En el fondo, el de suéter beige sentía cierta satisfacción por hacerle enfadar.

×

—Entonceees... ¿El señor Small, eh?

—Es como mi tutor, es por eso. —Suspiró resignado.

—Oh, vaya, sí, eso hace sentido —comentó—. ¿Es algo a lo que te obligan tus padres?

Rob se quedó callado y Gumball pudo notar que esa reacción fue diferente por el disgusto marcado en su expresión, no tanto de fastidio, sino que había algo raro.

—De acuerdo, no respondas —se apresuró a decir y cambio de tema —. ¿Cuál crees que será el menú de la cafetería mañana? En lo personal, a mí me disgusta todo lo que sirven aquí.

—Deberías traer tu propio almuerzo entonces —respondió mirando el techo.

—Eso trato de hacer, pero cuando se te hace tarde no queda de otra más que comprar la comida —continuó —, ¿o tú qué crees?

—Me da igual —dijo sin ánimos.

—¿Qué tú no comes?

—No me da hambre —manifestó con desdén.

—¿No crees que por eso tienes anemia? —soltó sarcástico el muchacho entrometido.

Nuevamente, su compañero no hizo ningún comentario, solo le dedicó una mirada de fastidio. Sin embargo, la interacción no se detuvo, por lo menos no iba a concluir por parte de Gumball. Siguió tratando de sacar tema de conversación durante el resto del tiempo escolar.

Mientras entablaba diálogo con el más delgado lo observaba con detenimiento. Hasta apenas le daba relevancia a otros aspectos de su apariencia, tales como el vendaje que rodeaba su cuello e incluso su particular forma de vestir con mangas largas y un pantalón holgado. Quería remover el cabello que tapaba su otro ojo lila, pero sabía que ya lo había hostigado demasiado por ese día, ya habría oportunidad después.

Sentimiento inconclusoWhere stories live. Discover now