Capítulo 8

249 8 0
                                    

Emma Hernández

Llevo encerrada en mi habitación hasta hoy. Es nochevieja.

La primera nochevieja que voy a pasar sin mi abuela.

No estoy para nada de humor.

Me cuesta levantarme de la cama, llevo sin levantarme de ella desde ese mismo día en que la había perdido.

Mi padre me traía de comer a la habitación, aunque yo casi no comía. Mis hermanos venían a hacerme compañía o a llorar conmigo, siempre acabamos dormidos. Mi madre no se digna a verme ni hablarme, sigue siendo la misma bruja amargada.

He recibido bastantes llamadas y mensajes de los chicos, no he contestado a ninguno, no quiero ahogarlos en mis problemas y lágrimas.

-Cariño, ¿Como estás hoy?- pregunta mi padre abriendo la puerta de la habitación.

-Igual- contesto y sorbo por la nariz.

-Emma, hoy tienes que salir al menos- me dice- va a venir toda la familia, y tu abuelo, lo está pasando muy mal- me habla con cara triste.

-Esta bien...- acepto.

Necesito distraerme con algo y no pensar en nada de eso. Espera un momento... Ya sé cómo distraerme.

-Com una condición- digo antes de que salga por la puerta.

-Dime- se gira para verme.

-Que me dejes ir de fiesta con los chicos- hablo yo con una mini sonrisita- me hablaros de que si quería ir con ellos a tomar las uvas y eso, pero que primero tenía que tener tu aprobación- le explicó.

-No se ratoncito, no estás muy bien como para ir de fiesta, y ya sabes a que me refiero- bajo la cabeza- pero si no te separas de los chicos en ningún momento me parece bien y perfecto- sentencia.

-Espera, ¿Esto es un si?- pregunto sorprendida.

-Si Emma, eso es un si- se sienta en mi cama y lo abrazo con fuerza.

-Muchisimas gracias papá, te quiero muchísimo- le digo.

El besa mi cabeza y ríe.

-Yo a ti más ratoncito- se levanta y sale por la puerta.

Porfin en mucho tiempo me levanto de la cama y me voy a la ducha. Me quitó toda la ropa y me sumerjo bajo el agua caliente de mi ducha. Cuando ya me he enjabonado todas las partes de mi cuerpo, me aclaro y salgo de la ducha. Me hidrato con muchas cremas y lociones corporales y me visto con un chándal simple gris de Nike y las Air Force 1 blancas.

Y hoy me decido por bajar a desayunar abajo. Me da miedo. No sé cómo se lo tomara la perra de mi madre. Pero bueno, todo sea por mi padre.

Bajo las escaleras hasta llegar al salón en el cual están mis dos hermanitos pequeños que al notar que tienen a alguien detrás se giran y van corriendo hacia mí.

-¡Tata!- grita Dan.

-¡Has salido!- grita Asía.

Noto como mi padre me sonríe desde la cocina y como alguien no dice nada pero me mira con mala cara.

Como no.

Me adentro en la cocina para ir a abrazar a mi padre otra vez e ir a hacerme el desayuno.

Me hago unas tortitas y les pongo plátano y fresas. Sonrió porque el plátano me hace recordar a Pedri, y Pedri me hace recordar a los chicos.

Es una de las primeras veces que sonrió desde que todo ocurrió, y es gracias a ellos.

SEMPITERNO; Pablo GaviDonde viven las historias. Descúbrelo ahora