Comida orgánica

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Las paredes tienen ojos, no imaginarías la literalidad con la que hablo. Esos huecos chiquitos entre las maderas que tú no ves, pero te ven de vuelta para asegurarse de que te encuentras bien. Te hemos querido desde que pusiste un pie aquí, te deseamos en el instante en que escuchamos tu voz al otro lado de la línea, pidiendo una reserva. Y aquí estás con tus sonrisas, que nos dicen lo impaciente que te encuentras por formar parte de nosotros. No imaginarías la literalidad con la que hablo. Puedes disfrutar de la costa, del pueblo, ¿has visto, acaso, el establo? Deberías, yo te llevo. Queremos que te sientas a gusto, como en casa. No te asustes, no te atrevas a tensar esos hombros, esos muslos, está bien, no pasa nada. Observa a las ovejas, a los caballos, puedes montarte y dar una vuelta si lo deseas. ¿Te ha gustado la cena de anoche? ¡No lo creerías! Todo lo preparamos aquí mismo. Después puedes ver el huerto, sembramos nuestros tomates, nuestra lechuga, cultivamos todo lo que nos llevamos a la boca. Sí, sí, también la carne, no por nada es tan blanda y sabrosa, nada de procesos industriales, ¡ni hablar! También puedes ver el matadero. Calma, que no pasa nada, ven y observa que somos humanos en nuestro proceso. Sé que el olor es fuerte, es por la sangre, pero no hay de qué preocuparse. Es normal, el proceso de la vida. ¿A dónde vas? No corras, no tenses esa espalda, sí, ya sé que eso en los ganchos no parece un cordero, es porque no lo es. Es que esta noche vamos a hacerte una cena. No imaginarías la literalidad con la que hablo. 

Mientras sigo aquíWhere stories live. Discover now