Silencio

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El silencio lo llena todo, no deja espacio para nada más. No llega de lejos el ladrido de las jaurías de perros callejeros que recorren la ciudad entre las sombras, ni el zumbido incesante de las ciudades, ni el ronroneo del motor de los autos peinando las avenidas. No llegan conversaciones, ni el viento entre los edificios, ni los insectos nocturnos al acecho. El mundo entero se calla, un mutismo antinatural y expectante, que presiente y precede, pero ¿el qué? Se detiene a la mitad de la calle, ni siquiera sus pasos producen sonido alguno al barrer las piedritas del asfalto con el andar constante. Gira la cabeza y se encuentra en un segundo con las ventanas rotas, con la reja sellada con cadenas, con el jardín muerto. Una casa como un monstruo que llama y convoca, que le hace dar un paso y luego otro bajo la vigía de la profunda oscuridad. Silencio para reconocer lo que duerme dentro de los muros, lo que dormía, pero ha despertado con hambre. 

Mientras sigo aquíWhere stories live. Discover now