Me rehusé a convocar muertos y ahora me vuelco hacia ti, me aferro a tu recuerdo como un día lo hice a tus brazos. Transformo tu identidad, dos sílabas que dejan de ser nombre y se vuelven plegarias. Ro(ja tu sangre en el asfalto, y las) se(cuelas de pesadillas que me siguen a la mañana). Serena en tu siesta eterna, frío el rocío que me asalta cuando amanece y yo me atormento con el augurio de un sufrimiento secular.
Ardes. Tú, cuerpo de cuarzo que yace en el mausoleo de una estirpe ajena. Tú, con tus deseos de ceniza y mi incapacidad de darte paz. Tú, negada a dormir con fantasmas y mi espectro, que guarda tu tumba cuando me queda tiempo. Hago mi nido en tu lápida, esperando cansar al dios de los muertos. Seguirte a su reino. Cavar con las uñas mi encuentro a tu infierno.
ESTÁS LEYENDO
Mientras sigo aquí
Short StoryNo un diario, no enteramente ficción, no siempre real. Crónica, martirio, tortura. Relatos cortos, quizá, escenas de la vida; lo que me callo de boca para afuera, pero me hace mucho ruido en la cabeza. Las páginas que escribo mientras sigo aquí.