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Después de haber hablado con Mateo, Luisita estaba totalmente convencida de que Amelia sentía algo por ella pero debido a la situación que se encontraba la abogada tenía que poner distancia de por medio y dejarle las cosas claras a la morena para que no confundieran la amistad que tenían.
Por todo lo que tenía en la cabeza desde que la morena de ojos miel llegó a su vida es que la citó para que se vieran fuera de la oficina para hablar tranquilamente y sin nadie que las interrumpieran de todo lo que estaban sintiendo y así seguir con esa amistad que era tan importante para ambas.
Se encontraba en el parque que tantas veces se perdía y refugiaba Luisita cuando todo le agobiaba y con los pies metidos en el agua del lago que reflejaba su cara esperaba con ansias a Amelia.

La morena después de lo sucedido con la abogada no podía quitársela del pensamiento y estaba cada vez más segura de que esa amistad se estaba convirtiendo en algo más serio porque a todos los sitios que iba le recordaba a Luisita.
Llegaba muy nerviosa con pies de plomo caminando cerca del lago y rodeándolo en la distancia, la vió sentada con el pelo suelto, gafas de sol que cubrían sus hermosos ojos, camisa blanca que dejaba ver su color de piel y pantalón roto a media rodilla que marcaba su sexy figura.

Amelia creyó ver a una diosa, de difícil alcance, pero a la vez una hermosura de mujer de la que se estaba enamorando día a día y que estaba prohibida para ella aunque cada vez era más complicado ocultarlo.

Sin hacer ruido y despacito se acercó por la espalda a la abogada y tapándole los ojos esperó a romper el silencio.

- Sino estuviera esperando a una cita importante, estaría asustada por taparme los ojos. - Habló primero Luisita haciendo sonreír a la morena.

- Aunque fuera mi enemiga nunca le haría daño porque es lo más sincero que he tenido desde que salí en libertad. - Le habló con el corazón en la mano.
Ante esa declaración Luisita dió la vuelta para encontrarse de cara con ella y perdiéndose en sus ojos le contestó.

- Jamás sería tu enemiga porque desde el día que te conocí vi la verdad en tus ojos color miel que enamoran a cualquiera, me dejaste entrar en tu vida sin conocerme de nada, me regalaste tu amistad que es lo más valioso que he tenido y fuiste mi mayor apoyo cuando más lo necesitaba. - Luisita sacaba todo lo que tenía dentro porque ya no le importaba nada.

- Gracias por llegar a mi vida Luisita.

- Gracias a ti por entrar en la mía.

Se levantaron y dando un paseo por el parque recordaron por qué habían quedado allí hoy.

- Amelia necesitamos hablar de lo que pasó ayer entre nosotras. - Rompía el silencio Luisita.

- Supongo que se refiere a lo del beso.

- Sí el beso sí.

- Amelia esto no puede volver a pasar. - Decía Luisita cautelosamente para no herir a la morena.

- Yo entiendo.

- ¿El qué entiendes?

- Que una mujer como usted y una persona como yo no se pueden mezclar.

- No no, no se trata de eso.

- No puede tratarse de nada más Licenciada. - La interrumpió Amelia.

- Está bien, mira antes de ti yo tenía planes, una vida, tenía un novio, me iba a casar y eso para mí no ha cambiado Amelia.

- Pues para mí las cosas son muy distintas Luisita, desde que usted apareció en mi vida, desde que la conocí todo cambió y no es para hacerla sentir importante ni nada pero a veces pienso que sino hubiera aparecido estaría muerta.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora