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Cuando Luisita estaba llegando a su apartamento, después de tantas llamadas de su amigo Mateo y de su hermana María, fueron a su encuentro ya que el recepcionista les había comunicado que la señorita Gómez estaba subiendo.

  - Luisita menos mal que te encuentro, ¿Dónde te metiste? - Le preguntó Mateo cuando se la encontró subiendo las escaleras.

  - Estuve toda la tarde con Amelia celebrando mi cumpleaños. - Contestó pestañeando los ojos muy nerviosa.

  - ¿Tú estás hablando en serio Luisi, con la mensajera de tu oficina? - Le preguntó su hermana que no se creía lo que escuchaba.

  - ¿Y qué tiene de malo Mary?

  - ¿Tú te estás escuchando Luisita, qué pensarían nuestros clientes?

  - Ay Mateo ya no empieces con las diferencias sociales.

  - Está bien, haz lo que quieras pero a ver cómo  controlas tú ahora a tu amorcito enamorado con la fiesta sorpresa que te tiene preparada.

Luisita se echó las manos a la cabeza intentando asimilar la situación que le esperaba y pensando la excusa perfecta que le iba a dar a Sebastián.
Con todas las luces apagadas de su apartamento fue abriendo la puerta poco a poco cuando...

  - ¡Sorpresa! Gritaron todos los asistentes. - Luisita desconcertada no se esperaba tan efusivo recibimiento.

  - Mi amor feliz cumpleaños. - Dijo acercándose Sebastián a darle un beso.

  - Gracias. - Contestó Luisita tímidamente.

  - ¿Dónde estuviste querida toda la tarde?

  - Ay Sebastián se me olvidó que me dijo que iba a consentirse en el spa. ¡Vaya cabeza la mía! - Dijo Mateo.
Sebastián miraba a los dos un poco incrédulo por esa excusa.

  - Bueno ya estás aquí, eso es lo importante, vamos a celebrarlo con toda la gente que te quiere.

Pasado un rato saludando a los invitados y dándole las gracias por haber venido, llegó el momento de la entrega del regalo.

  - Mi amor, no tengo palabras para describirte lo que siento por tí, te mereces mucho más que esto pero es igual a la proporción de la vida que quiero formar. - Mateo lo miraba con los ojos ligeramente cerrados, incrédulo ante las palabras que estaba escuchando ya que nunca había tragado a Sebastián y le caía como una patada en el estómago.

Sebastián le entregó una cajita cuadrada plateada con el logotipo de la famosa joyería " San Francisco". Luisita abrió la caja encontrándose con una preciosa joya de diamantes muy costosa y de pedrería.

  - Sebastián no puedo aceptarlo.

  - Mi vida, esta joya es menor de lo que tú te mereces. - Luisita la aceptó sin ganas bajo la atenta mirada de todos los invitados, familia y compañeros del bufete.

  - Sebastián, con una joya no se arreglan nuestros problemas, yo te agradezco la fiesta y todo lo que has preparado pero tenemos que hablar.    - Le respondió Luisita en voz baja para que nadie se enterara.

  - Luisita, ahora no es el momento, estamos delante de todos los invitados y no creo que sea lo más acertado.

  - Está bien pero cuando todo esto pase, tú y yo tenemos una conversación pendiente.

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En otro lugar llegaba Amelia a buscar a Marina para contarle el día que había pasado con la abogada y se la encontró jugando a baloncesto en el barrio con sus amigas.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora