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Esos ojos que le pedían la verdad eran su mayor debilidad y por los que perdía todo, esos ojos marrones que ahora estaban llorosos por culpa suya y que no supo cuidar, la miraban ahora con desprecio y dolor tanto que cada palabra que decía la estaba matando por dentro porque desde que la tuvo nuevamente de frente sólo quiso abrazarla y decirle que ya estaba a su lado y no se iría nunca más pero su mirada fría y distante le respondieron todo.

- Sólo quiero eso, saber por qué lo hiciste. - Respondió de nuevo Luisita sin apartar la mirada entre ella y la pintora que se alejó para dejarlas solas y tener la conversación que les hacía falta.

- Luisita...no tuve otra opción, mi madre estaba de por medio. - Contestó Amelia con la voz temblorosa.

- ¿Tu mamá?...Amelia, ¿Tu mamá? A tu madre la pusiste como excusa millones de veces para ocultar esa vida oscura que llevabas. - Decía Luisita gritando desesperada.

- Luisita, cuando salí de la cárcel tenía una deuda que tenía que saldar y la única manera de hacerlo era seguir robando. - Contestaba Amelia esperando que la creyera.

- Yo te dije mil veces que podías pedirme ayuda, prestarte dinero si algún problema tenías y nunca lo hiciste...¡nada justifica que robaras ahí! - Salía las primeras lágrimas de la abogada. - Era la casa en la que pasamos todo un maravilloso fin de semana juntas...te mostré una parte de mí...¡Nada, nada te justifica!

- Me obligaron Luisita, me tendieron una trampa y caí como una idiota. Mi plan era acceder a ese robo, irnos lejos para contarte todo y con las pruebas que tenía entregarme a la policía pero no pude. - Le explicaba Amelia con los ojos acuosos. - Todo lo que te dije de mi amor es cierto, no he dejado ni un segundo de pensar en tí...y sí, sí, reconozco que te mentí pero fue por miedo a perderte...aunque no me creas, eres lo más bonito que me ha pasado en la vida y quería acabar con todo lo que dañara lo nuestro para así empezar de nuevo sin secretos ni mentiras...pero...pero alguien se encargó de que no fuera así. - Terminó diciendo Amelia esquivando la mirada.

- ¿Alguien... o tú? - Preguntó la rubia.

- El cabeza de la banda que nos obligaba a robar grandes cantidades de dinero para mandarlo a otro país..., el culpable de todos los robos, incluidos el de la subasta que perjudicaba a tus padres, y el que me mandó a matar... es un empresario muy importante, nadie sospecha de él...y es muy cercano a tu familia. - Seguía diciendo Amelia provocando en Luisita una cara de asombro.

- ¿De qué estás hablando? - Preguntó Luisita confusa.

- El culpable de todo lo que pasó...,el que secuestró a mi madre... y planificó matarme a mí, el miserable que me dió y arruinó mi vida por ser mi padre y abandonarnos como lo hizo, ese que me separó de tí para hacerse con el poder de todo...es... Sebastián Fernández, tu esposo. - Soltó Amelia sin miedo ni reparo ninguno para que Luisita terminara de creer en ella.

- Eso no puede ser verdad..., Sebastián no pudo engañarme así.- Dijo Luisita dudando de sus palabras. - ¿Hasta dónde quieres llegar Amelia? ¿Cómo supiste que Sebastián podría ser tu padre? - Preguntó Luisita con el ceño fruncido y enfadada.

- Mi madre me lo estuvo ocultando durante todo este tiempo, no quería decirme su nombre pero cuando le dije quién era Zafiro, el jefe de la banda que me mandó a matar y secuestrarla a ella, supo que era él.

- ¡Esto no puede estar pasando¡... Yo sabía que Sebastián era un hombre raro, que tenía mucho empeño en el trabajo y que era muy calculador en sus cosas...pero jamás hubiera podido pensar algo así de él. - Iba diciendo Luisita queriendo encontrar alguna razón a todo lo que Amelia le estaba contando. - Mateo y María siempre decían que ocultaba algo y yo no les creí, nunca tuvieron la confianza suficiente en él y menos querían tenerlo cerca de mí y ahora entiendo por qué. - Luisita se echaba las manos a la cara por sentirse nuevamente engañada.

Lo que en ti veoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora