12.- Siempre va a ser mío.

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-Quédate - Pidió mirándole a los ojos y tirando ligeramente de su brazo. Sabía que no era buena idea, pero Pablo estaba siendo tan bueno con él, que le era imposible resistirse - Quédate conmigo, porfa.

Pablo le miró unos segundos en silencio y Pedri pensó que quizás había pedido demasiado, pero entonces el sevillano le sonrió y asintió rápido. Pablo tuvo que tragar saliva y darse la vuelta para no soltar lo que estaba pensando. Me quedo toda la vida, si me lo pides.

Encendió una lamparita pequeña que tenía Pedri en la mesilla y apagó la luz de la habitación antes de volver a la cama. Se metió en lado contrario al que estaba Pedri, su lado, y se giró para mirarle con el corazón acelerado. Era la primera vez que estaban juntos en una cama desde que lo dejaron y ninguno de los dos sabía qué hacer. Pedri se había girado hacia él y se había tumbado de lado, apoyando en la almohada la mejilla contraria a donde tenía la herida. Le miraba en silencio con una sonrisa pequeña en sus labios y Pablo se permitió acercarse un poco más a él. Se apoyó un codo, también tumbado de lado y subió la mano para pasarla por su cabeza acariciándole el pelo con cuidado.

-¿Te duele? - Preguntó en voz baja, pasando los dedos por detrás de su oreja y subiendo de nuevo por la parte trasera de su cabeza. Pedri estaba tan a gusto que dejó escapar un suspiro y rezó para que las caricias no pararan.

-No - Mintió, lo último que necesitaba era que Pablo volviese a preocuparse, pero el sevillano le miró como si no le creyese - Bueno un poco, pero solo un poco.

Pablo frunció ligeramente el ceño, pero seguía dejando caricias en su pelo y Pedri se derretía cada vez más sobre el colchón, su piel erizándose por lo bien que se sentía.

-Si te empieza a doler más, me lo dices - Murmuró mirándole a los ojos - O si necesitas cualquier cosa, si me he dormido me despiertas.

-Que sí, tranquilo - Sonrió y se atrevió a llevar su mano a la cintura contraria y acercarle un poco más. Sintió el cuerpo de Pablo tensarse cuando coló la mano por debajo de la sudadera para dejarla en su espalda, pero se relajó en cuanto empezó a dejar caricias suaves en su piel. Quería más que nada poder abrazarle y quedarse dormido en su brazos, pero se imaginaba que eso era demasiado, que no era muy de amigos. Aunque si era sincero, nada entre ellos lo era.

-¿Me lo prometes? - Preguntó bajando los dedos por su mejilla despacio y quedándose medio embobado mirando lo bonitas que eran las pestañas de Pedri cuando parpadeaba. ¿En serio? ¿Ahora te gustan hasta sus pestañas?

-Te lo prometo - Contestó con una sonrisa y Pablo tuvo creerle, aunque no se fiase un pelo de él. Sabía que Pedri con tal de no molestarle o preocuparle, era capaz de callárselo si se encontraba mal.

Se quedaron en silencio de nuevo, mirándose a los ojos mientras Pablo dejaba caricias en su cara y en su cabeza y Pedri hacía lo mismo en su espalda. El corazón de ambos latía a un ritmo preocupante, por la cercanía, la intimidad del momento y los sentimientos que parecían no dejar de crecer. Pedri estaba perdido en los ojos del sevillano, tan bonitos que le robaban la respiración, y Pablo le estaba devolviendo la mirada con tanto cariño que no pudo callarse.

-Sabes que te quiero ¿no? - Susurró Pedri sintiéndose preso de sus sentimientos, incapaz de controlar las palabras que salían de su boca - Sea como amigos o como algo más, te quiero muchísimo.

-Pedri... - Murmuró cerrando los ojos, la confesión del canario clavándose en su pecho mientras sentía un escalofrío recorrerle entero. No podía decirle esas cosas y pretender que Pablo no se enamorase aún más de él si era posible. Abrió los ojos para ver cómo Pedri le pedía perdón con la mirada, pero él solo pudo dedicarle una sonrisa pequeña y contestar - Yo también te quiero, tanto que a veces...

Cafuné | Pedri & GaviWhere stories live. Discover now