14.- Ha sido sin querer.

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-¡Pablo, abre la puerta! - Demandó el canario al otro lado y Pablo apretó la mandíbula al escucharle. No quería verle, no quería oírle, pero sabía que no podía evitarlo, así que se acercó a la puerta mientras se ataba una toalla en la cadera. No sabía si tenía la capacidad de enfrentarse a una conversación con Pedri en el estado de cabreo en el que estaba, pero también era consciente de que Pedri no iba a parar hasta que le dejase entrar. Así que inspiró con fuerza, en un intento inútil de calmar sus emociones y su enfado, antes de atreverse a abrir la puerta.

-¿Qué quieres? - Dijo en cuanto la abrió, su tono de voz dejando ver las pocas ganas que tenía de verle. Pedri simplemente le miró en silencio unos segundos y Pablo no tenía la paciencia para aguantarle, así que fue a cerrar de nuevo la puerta en la cara. Sin embargo, Pedri se lo impidió poniendo una mano y empujando la puerta para abrirla y meterse en la habitación.

-¿Qué coño ha sido eso? - Preguntó cerrando la puerta tras él y mirándole con el ceño fruncido, algo en shock por encontrarse al sevillano prácticamente desnudo. Aún estaba intentando entender lo que había pasado abajo, no quería enfadarse antes de tiempo, pero conocía a Pablo y sabía que de accidente tenía poco.

-Se me ha caído una copa - Explicó con una sonrisa falsa encogiéndose de hombros - Ha sido sin querer.

-¿Sin querer? - Repitió alzando las cejas. Una mierda había sido sin querer - ¿Te piensas que soy tonto?

-No lo sé, la verdad - Contestó con indiferencia mientras se daba la vuelta - A lo mejor el tonto soy yo.

-Pablo, ¿qué estás diciendo? - Resopló entrando más en la habitación con él. No entendía nada, le conocía lo suficiente para saber que Pablo estaba celoso, pero no se imaginaba que hasta el punto de no querer ni mirarle. Tampoco entendía la que había liado abajo, en una gala benéfica, con miles de ojos mirándoles - ¿Te parece normal el numerito que has montado? Explícamelo, porque ahora mismo estoy flipando.

-Que. ha. sido. sin. querer - Repitió marcando las palabras como si Pedri fuese un niño al que le cuesta entender las cosas. No había vuelto a mirarle desde que habían entrado en la habitación y estaba ocupado intentando que no se le cayese la toalla de la cadera.

-Claro que sí y yo soy rubio - Contestó con tono sarcástico pasándose una mano por el pelo frustrado - ¡Deja de mentirme!

-¿Qué más te da? - Preguntó alzando el tono de voz - Déjame en paz y vuelve abajo.

-Joder, Pablo - Murmuró cerrando los ojos en un intento de relajarse, le estaba molestando muchísimo la actitud del menor. Volvió a abrir los ojos e intentó ignorar lo guapo que estaba con el pelo mojado y su cuerpo casi completamente a la vista. No podía centrarse en la conversación teniendo al menor recién salido de la ducha delante, pero le estaba poniendo de los nervios que ni si quiera le mirase - Mírame. Pablo, que me mires.

Pablo suspiró pasando la lengua por el interior de su mejilla y finalmente clavó la mirada en la suya. Sabía que en sus ojos había puro veneno, pero estaba tan cabreado por toda la situación que no podía controlarlo. Pedri se estremeció al ver el odio con el que le estaba mirando y sintió la presión en su pecho crecer al darse cuenta de que el cabreo que tenía Pablo era peor de lo que pensaba.

-¿Qué? - Preguntó el sevillano mirándole a los ojos y levantando los brazos para volver a dejarlos caer contra sus costados.

-¿Cómo que qué? ¿Qué coño te pasa? - Se estaba empezando a desesperar, no había visto a Pablo así de enfado en su vida. Y el hecho de que no le estuviese explicando nada, estaba acabando con su paciencia.

-Nada, no me pasa nada - Contestó con una mueca indiferente - Puedes volver con tu novia, tranquilo.

-Novia - Repitió como en shock alzando las cejas - ¿Qué novia? Pero vamos a ver, párate un momento y piensa.

Cafuné | Pedri & GaviOù les histoires vivent. Découvrez maintenant