15.- Descontrol.

24.5K 626 507
                                    



- Tócame, Pedri, por favor...

No aguantó más sin darle algo de alivio al menor, sus súplicas tan bonitas que le hacían estremecerse, y bombeó un par de veces la mano alrededor de su polla. Pablo gimió y giró la cabeza para buscar el bote de lubricante, cogiéndolo rápido y ofreciéndoselo con una mirada de desesperación. Sabía que Pablo quería que le follase ya y él estaba más que cachondo otra vez, pero quería hacerle disfrutar de otra forma primero. Cogió el lubricante y lo dejó a su lado, separándose del cuerpo del sevillano para cogerle de la cintura y darle la vuelta. Pablo lo entendió en seguida y levantó la cadera, apoyando las rodillas en la cama y separando las piernas mientras dejaba su pecho y su mejilla sobre las sábanas.

-Madre mía - Susurró Pedri admirando embobado la imagen que tenía delante. Se le bajó toda la sangre a la polla al ver a Pablo en esa posición, esperándole y completamente a su disposición.

-¿Vas a hacer algo? ¿O lo tengo que hacer yo? - Preguntó Pablo alzando las cejas con una sonrisa de lado mientras movía el culo de forma provocativa y estiraba un brazo hacia el lubricante. Con cualquier otra persona se habría muerto de vergüenza, pero era Pedri y le había visto tantas veces desnudo en distintas posiciones, que la confianza entre ellos ya le impedía avergonzarse.

-Quita - Contestó rápido apartándole el brazo y alejando el lubricante de su mano, finalmente reaccionó y se movió hasta colocarse entre sus piernas. Sus manos fueron directas a acariciar el culo del menor, mordiéndose el labio y observando lo bonito que estaba Pablo así. El culo en alto, su cintura arqueada, los músculos de su espalda en tensión... era puro arte. Subió las manos por su espalda, queriendo tocar cada músculo y centímetro de su piel, y volvió a bajar para apretar sus nalgas entre los dedos.

-¿Estás esperando una invitación? - Resopló molesto, levantando la cabeza para mirarle por encima del hombro al notar que no hacía más que tocarle de forma superficial. Le estaba desesperando ir tan lento, necesitaba más y lo necesitaba ya. Pedri se mordió una sonrisa al escucharle y levantó una mano para dejarla caer sobre una de sus nalgas fuerte, pero sin pasarse, haciéndole gemir y dejar caer de nuevo la cabeza en la cama.

Suspiró aliviado cuando Pedri finalmente, pasó despacio un dedo entre sus nalgas provocando que se le erizase la piel. Se inclinó para dejar un beso en su culo y cogió el lubricante, abriéndolo rápido para echarse un poco en los dedos. Estaba tan cachondo que le temblaban y tuvo que cerrar los ojos y respirar hondo para calmarse. Pasó de nuevo sus dedos entre los glúteos del menor, esparciendo el lubricante alrededor del agujero mientras Pablo abría más las piernas para darle total acceso a su cuerpo. Empezó a empujar con un solo dedo, queriendo abrirle poco a poco para no hacerle daño, sin perderse detalle de las reacciones contrarias. Pablo apretaba las sábanas entre sus dedos con los ojos cerrados y los labios entreabiertos dejando escapar gemidos y suspiros. Introdujo el primer dedo despacio, pero con seguridad, el lubricante facilitándolo, hasta que entró entero. Pablo movió la cadera, ajustándose a la sensación rápido, la pequeña molestia que sentía pasando a segundo plano por el deseo y la necesidad de más.

La mano de Pedri le acariciaba el culo y la espalda mientras comenzaba a mover el dedo, sacándolo y metiéndolo un par de veces hasta que notó que se relajaba lo suficiente. Sabía que igual estaba yendo muy rápido, que Pablo llevaba mucho sin hacer esas cosas y que debería ser más cuidadoso, pero no podía. Porque Pablo se estaba moviendo contra su mano como desesperado porque siguiera, estaba gimiendo contra las sábanas y parecía preparado para todo. Y él estaba tan cachondo que apenas podía pensar. Sacó el dedo para echar un poco más de lubricante y volver a empujar con dos, presionó un poco y el músculo a su alrededor pareció dilatarse a su paso. Pablo gimió al sentirlo y trató de mantenerse todo lo relajado posible para dejarle entrar, necesitaba ir más rápido, necesitaba que le follase ya. Sabía que Pedri no quería hacerle daño, pero en ese momento no le podía importar menos. Se le hizo eterno el minuto que tardó el canario en terminar de introducir los dedos, la lentitud volviéndole loco. Pedri abrió un poco los dedos cuando consiguió meterlos hasta el fondo y los sacó despacio para volver a introducirlos.

Cafuné | Pedri & GaviWhere stories live. Discover now