Fairy Tail: Shinigami

43 Capítulo 43 - Odio y Razón.

Fairy Tail: Shinigami de CORNBRINGER
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[Adan POV]

Mis labios se curvaron en un gruñido mientras les gritaba mis palabras, mi corazón estaba lleno de odio y rabia, prometiéndoles un mundo de dolor por lo que habían hecho.

"¿No nos salvaremos, dices?" En un instante, el hombre calvo que tenía delante se desvaneció y reapareció a escasos centímetros de mí, sonriendo mientras su puño volaba hacia mi cara, pareciendo más grande de lo normal a medida que avanzaba.

Sin pestañear, me hice a un lado con cuidado, evitando fácilmente el puño mientras caía. Al ver esto, el hombre gritó con alegría enfermiza cuando su puño se estrelló contra el suelo duro, enviando una onda de choque masiva de fuerza en todas direcciones que envió piedras y tierra a una nube de polvo a su alrededor cuando retrocedí un solo paso.

Aplaudiendo, el dedo huesudo y tembloroso del anciano señaló en mi dirección mientras hablaba. Su ojo no mostraba nada más que un profundo pozo de oscuridad, mientras fruncía el ceño. "No hay nada mejor que matar a los que vienen en busca de venganza", sonrió con un tono retorcido y repugnante.

Ante esto, el hombre calvo avanzó poco a poco, con el rostro torcido en una sonrisa sádica, la saliva goteando de sus dientes amarillentos mientras levantaba el puño hacia atrás y se preparaba para lanzar otro poderoso golpe en mi dirección. "¡Déjame escucharte gritar!"

Permanecí inmóvil mientras su ataque se dirigía hacia mí, levantando lentamente mi espada de manera calculada en el último momento, cortando su brazo por la mitad en un movimiento rápido, partiendo su brazo como una fruta demasiado madura hasta el hombro, girando. su brazo derecho en dos hebras de carne inútil que colgaba de su hombro mientras la sangre caliente goteaba al suelo en grandes cantidades.

"¡AHHHHHHHHHHH!" El calvo gritó de dolor mientras caía al suelo, retorciéndose de pura agonía, su rostro ahora era una máscara retorcida de miedo y rabia.

Patético, fue realmente patético lo fácil que fue romper su bravuconería.

El anciano le sonrió a su compañero con una mirada de siniestro placer, sus labios se torcieron con total deleite ante la vista que tenía ante él. "Lo subestimaste, Diomedes".

Ignorando al otro, miré al hombre calvo con una mirada penetrante, mi voz fría, mientras di un paso adelante y clavé mi bota en su herida abierta, provocando un fuerte grito ensordecedor de él. "Cuéntame todo lo que sepas sobre la torre", dije con un gruñido bajo.

Entonces el anciano se volvió hacia mí, con los ojos ardiendo de intriga. "Él no lo sabe, nadie lo sabe, excepto yo. Por desgracia, encontrarás por las malas que no soy tan fácil de tratar como mis amigos". Ante esto, el anciano levantó su brazo hacia mí, y de las sombras emergió una horda de criaturas oscuras, listas para cumplir sus órdenes.

Miré al viejo bastardo y su enjambre de criaturas oscuras y sombrías, y me encontré profundamente impresionado por su demostración de poder.

Mirándolo, comencé a sentir algo nuevo, una sensación fría pero familiar que se aferraba a las paredes como una niebla invisible que rogaba ser notada, cuando me di cuenta de la razón detrás de esto.

El anciano había usado almas humanas para crear su horda de demonios de las sombras.

Confundiendo mi silencio con miedo, el anciano se rió con alegría, sus ojos brillando con malicia, mientras levantaba su nudoso bastón, y la horda de demonios detrás de él rugió al unísono, acercándose a mí. "Tu pequeño viaje de venganza me dio más que suficiente poder para verte sufrir".