𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐃𝐨𝐬

2.2K 220 76
                                    

La oscuridad es abrumadora. La oscuridad es algo que ahora le hace compañía y solo es cuestión de tiempo para que lo que sea que este sofocándolo; le abandone. 

Callisto Regulus sentía su cuerpo en llamas, como si estuviera quemándose vivo y lo único que mantiene su mente circulando (y de manera cuerda), es el hecho de que Penélope le había puesto un hechizo de protección, un hechizo que ni él sabía que existía o tan siquiera que estaba en su persona.

Cuando abre sus ojos, ha notado que flota, flota sobre una espacio negro, con la oscuridad abrazando todo el lugar y por consiguiente a él, Callisto sabe que posiblemente esta en el limbo, aunque aquello se le hace una locura, porque no esta muerto, ¿Verdad? 

Sus orbes rubí se han enfocado en su alrededor, donde si bien no hay nada, también deja que sus momentos vividos con Penélope están alrededor. Momentos que ha atesorado desde que conoció a la peli-magenta, momentos que saben que ahora se quedarán como recuerdos, recuerdos más apreciados que poseía en aquellos instantes. 

Su cuerpo se mueve de manera tranquila, no hay ningún malestar, no hay molestia alguna; cuando una suave luz blanca aparece frente de él y solo momentos después, hay listones magentas volando a su alrededor,  listones que se vuelven largos cabellos y posteriormente puede ver unos hermosos ojos verdosos con reflejos grises, tan raros y únicos que por algún motivo; hacen vibrar su corazón.

—¿Princesa?— cuestiona, no desea decir aquel apellido que le ha atormentado tantos años —¿Es usted?

—Su majestad— saluda, su voz ya no posee maldad alguna, ya no posee sentimientos negativos, sino todo lo contrario parece estar en paz —Es un gusto verlo, luce tan sano 

Callisto no sabe si es reflejo alguno, pero su mano tarta de tocar una de las mejillas de la mujer frente de él. 

—¿Su majestad?

—Me llamas majestad, cuando aun soy un príncipe— niega lentamente Callisto, como si aquello fuera importante 

—Para mi siempre ha sido el emperador— expresa ella, sonriendo y "apoyando" su cabeza en la palma de la mano del rubio —Solo he pensado que usted es el único capaz de guiar al imperio

—¿Lo crees?— cuestiona en voz serena Callisto, no quiere pelear, no lo desea, solo quiere seguir hablando con ella —¿Por qué?

Penélope ríe divertida de la situación y aquello solo hace que Callisto se sienta todavía más perdido.

—¿Qué es lo divertido?— interroga Callisto cuando sabe que no tendrá una respuesta del «¿Por qué?»

—Su majestad luce más guapo de lo que recuerdo— señala ella 

«Mujer desvergonzada» piensa Callisto, pero aun así, para él, ella es más que perfecta en aquellos momentos. 

—Su majestad, ¿Por qué me ve así?— interroga tranquila Penélope 

—Viéndote bien, si te pareces mucho a tu padre— señala Callisto

Los ojos de Penélope se llenan de lagrimas que no son derramadas y Callisto se siente como un idiota. No quiere que ella se sienta mal, no quiere que ella llore, pero en vez de eso, nota que una sonrisa pequeña aparece en su rostro. 

—Papá— dice en voz baja —No pude verlo, no sabía que él...

—Él te ama— responde, sabe que es un asco en aquello, no sirve para consolar gente, pero aun así trata de consolar a la dama frente de él —Princesa Penélope Robane

«Robane, Penélope Robane» ese era su nombre, un nombre que significaba muchas cosas. 

—Papá me ama— susurra con voz suave y grumosa la dama —Papi me ama 

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Where stories live. Discover now