𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐧𝐮𝐞𝐯𝐞

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Las propiedades que habían sido confiscadas por la familia real, fueron dadas algunas ha Penélope, quien confundida las acepto, y entre dichas propiedad, iba el condado Kellyn. Curiosa por saber que era lo que la familia de la niña que le atormentaba, decide ir a ver la propiedad.

—¿Es seguro ir?— interrogó curiosa Jeannette, mientras terminaba de arreglar el sombrero que llevaba sobre sus finos cabellos castaños

—Si, quiero ver de lo que tanto se jactaba Gloria de lo que su familia tenía— dijo la peli-magenta, haciendo que se le quedarán viendo —Ella muchas veces me dijo que una plebeya como yo, nunca podría tener, me decía que yo... 

Se calló. Las crueles palabras de Gloria Kellyn lastimaban su corazón todavía. Por años pensó que no tenía familia, que nadie la quería, incluso pensaba que sus padres la habían abandonado, pero grata fue la sorpresa de saber que no era así. Con un padre que la había buscado por años, y una madre que murió por culpa del egoísmo de otra persona, Penélope ahora sabía que era más que amada.

—Esta bien Nelly— asintió Jeannette, para después agregar lo que ya sabían de ante mano. —Iremos contigo, incluso puede que ese lugar se vuelva nuestra residencia temporal 

—Pero antes hay que sacar todas las cosas que esa escoria toco— habló Lucas mientras degustaba unas galletas que Sebastián había proporcionado—. Podemos enfermarnos 

—¡Lucas!— exclamaron Ijekiel y Athanasia al mismo tiempo 

Mientras regañaban al azabache, Penélope sentía como las suaves manos de Jeannette sobre sus largos cabellos magenta. Esa mañana, la castaña le había pedido de favor, si le dejaba peinarla, ya que su cabello se le hacía tan suave, que incluso Athanasia había bromeado que lo había heredado de Félix.

—Prima, tu cabello es tan suave, como si de un algodón se tratara— comentó alegre Jeannette mientras miraba con ojos brillosos la larga cabellera magenta.

Penélope ríe nerviosa. La emoción de Jeannette era algo sorprendente.

Athanasia, quien le había contado la historia de Jeannette con palabras más decentes que las de Lucas, no omitió nada. Nacida de un padre tirano que fue quitado del trono por su propio hermano, y una madre que había sido cegada por el poder que deseaba y que no le correspondía, Jeannette nació. Una niña que no había tenido «nada especial» y solo tenía ojos enjoyados, había demostrado no ser como sus padres, llena de entusiasmo y alegría, tan tímida ante nuevas personas, e inexperiencia al hablar, era más que claro que ella, era lo opuesto a sus padres.

Degustando de tener las tenaces y capaces manos de Jeannette en su cabello, Penélope se ha permitido relajarse, los delgados y pequeños dedos de la castaña parecen saber masajear la maraña de cabellos que ella tenía. Sintiendo un tirón aquí y allá, Penélope pronto sintió la satisfacción de Jeannette ante el peinado que le había hecho.

—¡Me encanta!— exclama fuertemente, su brillante sonrisa parece hacer flanquear a Penélope —Al ser tu cabello tan largo, se adapta a diversos peinados

—Gracias Nette— sonríe Penélope, para después ponerse de pie

—Nelly, ¿Dónde esta este chico...? ¿Cómo se llamaba? ¿Eclipse?— dudo Ijekiel mirando a la peli-magenta

Penélope se gira para ver a donde estaba Emily y John, este último llevaba un impecable uniforme de caballero imperial, uniforme que ocuparía por el momento hasta que de les diera a él y a Emily su uniforme.

—Eclipse está con sus sobrinos y hermana— asegura John con calma, recordando la alegría de su compañero de espadas al ver a su familia —El duque Alpheus está monitoreando la atención que están recibiendo

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora