𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐃𝐨𝐜𝐞

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Félix y Penélope estaban lado a lado en ese momento y ante la vista de un Cedric Porter desconcertado, se veían muy parecidos.

Durante esos días, eran Félix y Sebastián quienes iban a buscar a la dama al ducado Eckhart, siempre antes del desayuno y después de la cena, a las seis de la tarde, Derrick y Reynold pasaban por ella.

Y en esos momentos, vestido con su traje de guardia real, Félix iba hombro a hombro con la bella señorita de cabellos magenta/rojizos, quien vestía un bonito vestido verde oscuro con un pañuelo blanco en el cuello y una hermosa joya en forma de ovalo regalada por parte de Félix.  

Cedric los estaba estudiando, no era tonto, podía notar fácilmente el parecido entre ambos y comenzaba a temer por su vida. Era consciente del trato que se le había dado a la dama durante las reuniones sociales, las burlas que recibía y sobre todo, los llantos que ella tenía, sinceramente; no podría culpar al duque Robane si en algún momento comenzará a cortar el cuello de los involucrados. 

Mientras caminan por los pasillos, nota fácilmente como tanto los guardias del príncipe como los de la delegación se hablaban con tranquilidad, ¡Incluso reían alegres!

—Sir. Porter, tiene cara de haber descubierto algo— dicen a su lado, el joven duque Alpheus le sonríe —¿Es interesante?

Cedric parpadea algunas veces, piensa que es alguna idea suya, pero cuando ve como el mago le guiña un ojo, sabe que en su defecto, ahí hay algo.

—Creo que me volvere loco— se lamenta la mano derecha del príncipe heredero

—Bienvenido al club— sonríe cansado Roger, mientras se quita las gafas que llevaba con una delgada cadena de plata que se cruzaba detras de su nuca —En unos años, ya ni sentiras la angustia del momento cuando saque su espada

Félix y Anastacius asintieron.

—¿Qué tan traumados están ustedes?— cuestiona Cedirc a los mayores

—Desde que Claude nació— se burla Anastacius

—En esa parte no nos involucres— niega Roger, para después señalarse a él y a Félix —Nuestro trauma comienza desde que conocimos a su majestad cuando tenía seis años

Cedric cree que están bromeando, pero al ver que se hablan tan seriamente, suspira.

—Sir Porter, su alteza los esta esperando a usted y a los duques en una breve reunión — habla un guardia, que se le ha acercado

—Bien, ¿Vamos?— cuestiona el consejero, para después mirar a los jóvenes y a la señorita

—Sir Porter, ¿Podemos pasar a la biblioteca o al jardín?— cuestiona Penélope, mientras le mira

Cedric nota fácilmente como el color gris clamuflajeado hace acto de presencia.

—Su alteza abrió el invernadero de la antigua emperatriz para ustedes— comentó el de lentes, para despues hacerle una seña a un guardia —Llevalos, y pongan disposición de sirvientas para su comodidad

—No se preocupe, con Emily y Sebastián bastará, no soy de sentirme muy cómoda con demasiadas personas a mi alrededor — se defendió Penélope, para despues mirar hacía el guardia que esperaba instrucciones —Lo lamento

Penélope no nota como las sirvientas que hay alrededor y los guardias frunce el ceño. No están ofendidos, de hecho les preocupa el miedo que han logrado detectar en la dama. ¿Qué habían hecho los sirvientes del ducado para que ella temiera así? No saben porque, pero aprietan los puños, y apartan la vista, no saben porque, pero sienten una furia recorrer sus cuerpos.

𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Donde viven las historias. Descúbrelo ahora