𝐏𝐚𝐫𝐭𝐞 𝐕𝐞𝐢𝐧𝐭𝐢𝐜𝐮𝐚𝐭𝐫𝐨

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Para cuando Penélope se despierta, nota fácilmente que no está en el exterior, ni tampoco estaba en la tienda asignada, por lo cual, con el cuerpo adolorido, siente que puede gritar del dolor.

¿Dónde estaba? No lo sabe, pero pronto, cuando intenta sentarse, siente un peso sobre su estomago, ahí; una mata de cabellos rojizos le esperaba, cabellos tan desacomodados como por si solos se podría. 

—¿Papá?— cuestiona con voz cansada 

Un gimoteo sale de los labios de su padre, quien después de parpadear varias veces, posa sus ojos grises en ella.

—¡Nelly!— exclama fuertemente —Gracias a todos los dioses que has despertado 

—¿Qué ha pasado, padre?— cuestiona Penélope, sintiendo su garganta estar seca 

—¿Quieres agua?— cuestionó Félix, mientras se ponía de pie y proporcionaba un poco de agua a su hija —Bebe con cuidado querida 

Penélope estaba disfrutando del liquido que bajaba por su garganta, feliz de poder sentir que podo a poco se estaba recuperando, pero de pronto, recordó algo, o más bien a alguien.

—Padre, ¿Dónde esta su majestad?— interrogo de manera preocupada 

—Tranquila, Callisto esta siendo custodiado por nuestros guardias e incluso el emperador, no ha querido despejarse de él— expresó el pelirrojo —Pero hay serios problemas 

—¿Cuáles?

—Gloria Kellyn ha presentado cargos contra ti. Dice que tu le disparaste a su hermanastro y que por eso esta así— habló Félix, mientras le miraba —Hija...

—¡Eso es mentira! ¡Yo solo le he disparado a quienes nos querían matar a Callisto y a mi!— aseguró ella

—Lo se cariño, te creo, pero mientras se prepara un juicio, deberas de quedarte aquí— expresó Félix, mirando a su hija 

—¿Juicio? ¿Por qué?— interrogó ella con cierto miedo, sabía como terminaban estos mismos, siendo el duque quien siempre soltaba dinero para ocultar las burlas que ella sufría y que se cobraba —Padre, debe de creerme, no he hecho nada malo 

—Lo sé querida, por lo cual me voy asegurar que todos los que se atrevan a señalarte, sufran mil veces peor — sonrió dulcemente el pelirrojo 

Penélope no dijo nada. ¿Así se sentía el amor paternal? Con su padre dispuesto a bajar el mundo mismo a sus pies, y no dudando de ella como el duque de Eckhart hacía, mirándola como si fuera basura, como si su pecado hubiera sido nacer.

—Gracias por creerme papá— dice ella con lagrimas en sus ojos —Nunca antes, habían confiado en mí 

Al escuchar eso, Félix quiso ir a buscar al duque Eckhart. 

—Soy tu padre, siempre confiare en ti— asegura Félix, con sonrisa y abrazando a la niña de hermosos y largos cabellos magenta

—Te quiero papá— sonrió Penélope, mientras que su mente viajaba hacía Callisto Regulus, tenía que ir a visitarlo.


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𝐓𝐨𝐦𝐚 𝐌𝐢 𝐌𝐚𝐧𝐨 «𝐏𝐞𝐧𝐞𝐥𝐨𝐩𝐞 𝐄𝐜𝐤𝐡𝐚𝐫𝐭»Where stories live. Discover now