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Ya era tarde en el autódromo, el público se había retirado y solo quedaba gente del medio en esos momentos. Cruz había estado charlando con McQueen y Mate sobre la gran travesía que habían tenido para encontrar a Storm.

-Mate, ¡basta!. ¡Eso no sucedió!.

-¿Qué?, ¿no te acuerdas?. ¡Pero si también estuviste allí!. ¡Ah, claro!, fue el momento en que te desmayaste.

-Cruz, no le creas ni la mitad de lo que dice. -Mencionó McQueen avergonzado. -Mejor nos vamos.

Ella solo reía con aquella conversación, luego añadió con mucho cariño.

-Muchas gracias por encontrar a Jackson. ¡Son los mejores!.

Después, la castaña los abrazó con fuerza.

-Los verdaderos amigos siempre están para eso. -Expresó el rubio con una sonrisa.

-Y cuando tienes una novia tan hermosa y astuta como la mía, las ventajas son aún mayores. -Les guiño el ojo.


-Vamos, Mate. Dejemos que Cruz vaya a ver a Storm.

-¡Nos vemos en la residencia!.

-Mate, ella no va a ir.

Cruz se despidió alegremente de sus amigos y comenzó a caminar por el lugar. Estaba en busca de su amor, anhelando verlo y tenerlo entre sus brazos.

De un momento a otro, sintió que alguien la jalaba del brazo bruscamente y la empujaba de espaldas contra la pared, el impacto la aturdió un poco y la tomó por sorpresa.

-¡Tú! -Se escuchó una voz irritada.

Ella se dio cuenta de que era Samir y que estaba furioso. Pensando rápido, le propinó una patada en los bajos, obligándolo a soltarla.

-¡Hija de puta!. -Habló entre el dolor.

El golpe la había desestabilizado un poco, y al intentar correr, sintió un mareo obligándola detenerse.

-Maldición. -Musitó Cruz.

Samir se recuperó rápidamente y fue tras ella, tomándola del cuello y llevándola de nuevo contra la pared. Cruz abrió los ojos sorprendida y miró a su alrededor para ver si había alguien cerca que pudiera ayudarla.

-¡Eres una maldita molestia!. ¡Eres la culpable de que haya perdido!, ¡yo debía ganar!. -Le dijo de forma alterada, con algunas venas resaltadas en su sien y cuello.

-Esto lo ocasionaste tú. -Dijo la castaña, luchando para liberarse. -Una mente nublada por la venganza actúa por impulso sin medir las consecuencias. -Él le apretaba más el cuello. -Suéltame y... hablemos. -Logró articular, sentía cómo el aire se le escapaba de los pulmones.

Samir, con una sonrisa llena de malicia, finalmente la soltó. Ella aprovechó para tomar grandes bocanadas de aire, tratando de recuperar el aliento. Antes de que pudiera recomponerse completamente, él la agarró bruscamente del brazo y comenzó a arrastrarla hacia un lugar más apartado y privado, lejos de las miradas de la gente que pudieran estar alrededor. Cruz intentaba zafarse, pero cada vez que lo hacía, Samir apretaba más su agarre.

RivalesWhere stories live. Discover now