2

1K 57 0
                                    

En el ducado Homliord los aprendices a caballeros se entrenan duramente para entrar a un escuadrón y poder llegar un día a poseer tierras; su entrenamiento duraba hasta los catorce años; mientras se capacitan en su periodo de formación trabajaban de pajes o donceles que intercalan con su adiestramiento de armas, entre esos aprendices se encuentra Brishen un chico de no más de once años el cual se encontraba puliendo cascos en la herrería hasta que llegó otro aprendiz apresurado con el aliento entrecortado.

– Oye… el capitán Alonso quiere que lleves… unas espadas de madera… para que el joven amo practique. —dijo mientras intentaba recuperar el aliento.— Deprisa, no querrás que Sir Alonso te llamé la atención por lento.

Brishen rápidamente fue con el encargado de las armas para pedir lo necesario. Una vez recibo todo fue corriendo al patio de armas; en su cabeza iba pensando en todos los regaños que le dirían por llegar tarde, corriendo distraído no notó con la persona que chocó, dentro de él maldecía a la persona que le había hecho retrasarse con su encargo, es en eso qué escucha la voz de una mujer mayor diciendo:

– Por qué no te fijas por dónde vas muchachito, tiraste a la pequeña señorita. —dijo intentando contener su ira en tanto ayudaba a su señorita a levantarse y sacudir su vestido.

– Eh… es… es que yo… ¡Lo siento mucho! ¡Es mi culpa merezco un castigo! —dijo con gestos de arrepentimiento.

– Esto no se va a quedar así ¡Lastimar a un noble se paga con… —en ese momento fue interrumpida la mujer mayor al sentir como una fuerza débil jalaba de su vestido.

La joven señorita Alizée, una niña demasiado tímida para ver a alguien a la cara y hablar jaló el vestido en varios intentos para llamar la atención, una vez lo consiguió hizo una seña para indicarle a la mujer que se acercara; junto sus manos y le susurro al oído, lo que le haya dicho no le agradó a la mujer por su mueca de disgusto.

– La joven señorita Alizée le perdona, ahora váyase.

Con eso dicho el niño Brishen recogió las cosas tan rápido como si lo tirado fuera oro. Se inclinó dando las gracias y corrió tan rápido al igual que un zorro siendo perseguido. Se sintió un poco afortunado al no recibir castigo hasta que llegó al patio de armas; Sir Alonso, capitán del primer escuadrón se encontraba molesto por la tardanza. Brishen se sintió un poco desafortunado, Sir Alonso en sus castigos se excede y con el pobre niño más, en esos momentos sentía celos del joven amo ya que a él jamás lo castigaba o le alzaba la voz, todos trataban bien a los señoritos del castillo mientras que a él le gritaban siempre y le dan castigos que odia. Mientras el Sir le reprendió, el joven amo saludaba a alguien con mucha felicidad hasta gritó el nombre de la persona.

– ¡Ali! ¡Ven a ver cómo he mejorado! —gritó con una sonrisa en su rostro.

Brishen pensó ¿Ali?¿Quién era Ali? No conocía a nadie con ese nombre, era alguien nuevo en el castillo. El solo veía como la boca del capitán se movía, todo lo que le entraba por un oído le salía por el otro; era más su curiosidad por saber quién era Ali, ¿Un nuevo aprendiz? O será ¿Otro noble por el cuál le gritaran? O tal vez solo siente curiosidad como un pretexto para ignorar que le están regañando. Luego ya no escuchó ruido, vió como Sir Alonso se inclinaba, siendo un saludo respetuoso para luego dirigir su mirada al confundido Brishen.

–  Es qué acaso no mostraras tus respetos a la joven señorita Alizée. —dijo Sir Alonso con voz firme.

Fue entonces que se entendió todo, Ali era el apodo cariñoso de la señorita Alizée, por eso el joven señorito se veía feliz ya que el amaba mucho a su hermana. Brishen tardó en saludar pero al final lo hizo de forma torpe lo que provocó que Sir Alonso negara con la cabeza.

– Señorita disculpe a este niño torpe, le estaba castigando y con la falta que cometió ahora se le aumentará el castigó. —dijo intentando ser amable para no asustar a la niña.— Confíe en mí, él no volverá a cometer tal error.

La joven señorita Alizée tomó de la mano a su hermano; el joven señorito Dereck, para llevárselo un poco alejado de los demás para hablar. Un rato pasó y regresaron.

– Sir Alonso le pido que retire el castigo por llegar tarde a aquel niño. —dijo Dereck mostrando con seguridad su pequeña autoridad.

– Pero joven amo él… —quiso contraargumentar Sir Alonso pero fue detenido.

– Sir Alonso ya he dicho y no quiero que me contradiga, —Dereck sabía que Sir Alonso era alguien difícil de afrontar, a veces le daba miedo por lo que al final dijo— pero referente a los saludos enseñele correctamente, bueno con eso dicho continuemos.

Dereck se vió ante los ojos de los adultos como un niño pretendiendo ser un adulto pero para su hermana Alizée él se había convertido en una persona justa como un caballero. Brishen por otro lado no sabía si le agradaba la idea ya que aún estaba castigado.
Sir Alonso forzó a Brishen a qué fuera como un muñeco de práctica para el joven señorito Dereck quién estaba muy entusiasmado ese día por la presencia de la señorita Alizée la cuál sonreía al ver cómo su hermano se lucía frente a ella.
Brishen regresó a sus deberes en la herrería una vez que terminó en el patio de armas sin saber si fue afortunado o no después de todo. Lo que él no sabía aún era que sus días siguientes jamás volverían a ser tranquilos.

Lo hice por ti Donde viven las historias. Descúbrelo ahora