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Han pasado unos meses y los síntomas del embarazo son cada vez más frecuentes, mi estómago se ha hinchado, los vómitos matutino son asquerosos, no he tenido antojos pero dicen que Enzo los presenta por ser el padre lo cual es asqueroso, como si lo fuera, nunca creí que el tener un bebé fuera difícil, lo bueno que escuché el consejo de mi madre, ella me visita cada que puede preguntando cómo me iba siendo la duquesa de Ducktor y contándome de las nuevas en noticias.

– Ya tienes ropa para el bebé, recuerda que debes tener todo preparado con anterioridad. —dijo mi madre.— Vi una cuna muy linda.

– No te preocupes por la cuna, Enzo ya compró una. —dije molesta, me sentí cansada.— Pero aún no he ido a verla.

– Deberías hacerlo, por si no te gusta puedes cambiarla. Y ¿Cómo va tu relación con Enzo? —dijo mientras sacaba un regalo de una canasta.

– No hay tal relación, pero, desde que se enteró del embarazo cambió su actitud hacia mí, me molesta tan solo verlo que solo lo viene tres horas por semana, ni me hagas hablar de su intento de elegir un nombre para mí hijo. —dije apretando mi vestido.

– Espero que se parezca a ti. —dijo mientras me daba su regalo.— ¿Te gustan? Los hice yo para mí nieto.

– Gracias madre. —dije sinceramente.

– Por cierto tu hermano se va a casar. —dijo mi madre sosteniendo los calcetines de bebé.— ¿Y a qué no adivinas con quién?

– De seguro que con esa. —dije molesta.— No puedo creer que padre acepté está locura.

– Ahora no se encuentra muy bien, su tos ha empeorado. Supongo que quiere que tú hermano tenga herederos rápidamente. —parecía que le disgustaba la idea.

– Sabes quién sería una buena esposa para Dereck. —este era mi momento para vengarme.— La hija del marqués Solier, la señorita Emilia.  —era la prometida del difunto príncipe.— Estoy segura que si la recomiendas a mi padre él aceptará con gusto la idea.

– La señorita Emilia no es muy agraciada pero es de buena familia y es alguien tranquila a comparación de cierta persona. Bien, hablaré con el marqués y tú padre para concertar su compromiso. —dijo mi madre serenamente.

– Estoy segura que serán una buena pareja. —dije mientras reía por dentro.

Diez días después de la visita de mi madre llegó la noticia del compromiso de mi hermano Dereck con Emilia Solier, de solo imaginarme su cara de disgusto al tener que dejar a la trepadora esa para casarse con otra me alegro el día pero no fue suficiente por lo que le envié una invitación a Emilia para que viniera al ducado Ducktor.

– Oh señorita Alizée, no, señora, me alegra mucho que me haya invitado. Estoy tan feliz de poder hablar con usted. —dijo Emilia con sus cachetes inflados y rosados.

– Pronto te casaras con… mi hermano, sí, sería descortés de mi parte no darle un obsequio. Ya que es posible que no pueda asistir a la boda por mi embarazo. —como si quisiera asistir, dije después con mis manos juntas.— Espero que pueda entender.

– ¡Por supuesto que le entiendo! Debe cuidar de su embarazo. Más en su situación. —dijo con una preocupación que me incómodo.

– Gracias por entender, le daré su obsequio. —tome una linda tela que envolvía el obsequio— Por favor tómelo con gran cariño de mi parte para que lo usé en la boda.

Ella desenvolvió la tela y vio un hermoso collar de oro, teniendo un rubí con diamantes alrededor de este.

– Este es un hermoso collar, está segura de darme algo tan valioso como regalo. —dijo Emilia sin quitar ni un ojo del collar.

– Por supuesto, ahora tú también serás mi hermana. —dije sonriendo.— Pero que sea un secreto hasta la boda.

Hablamos un poco más esa tarde sin interés de mi parte. Unos meses después fue la boda, por lo que me contó mi madre, la boda fue un éxito excepto por un instante en donde Dereck se veía bien hasta que vio algo que le disgustó de la novia que por un momento la apartó y hablaron en privado para luego regresar con una cara de confundido.

– Le dije que si pasaba algo a lo que respondió que no. —dijo mi madre quien bebía té— Pero yo sentí que había algo que le molestaba pero preferí no insistir con ello.

Dereck vino un par de veces al ducado Ducktor queriendo hablar conmigo pero siempre lo rechace, hasta Enzo pidió que hablara con él pero le dije:

– Yo no me meto en tus asuntos, tú no te metas en los míos.

Luego ya no me molestaron pero yo no me sentí feliz, era como estar más lejos de lo que quería, el ducado Ducktor aunque me eran molestos llegaron a tener una preocupación genuina por mi en un momento, fue cuando las pesadillas volvieron y está vez eran más seguidas, podía tener noches de insomnio solo para no tenerlas pero luego eso fue insuficiente ya una voz la escuchaba durante el día, susurrando verdades o a veces diciendo cosas que no quería escuchar. “Que pasa si el bebé se parece a Brishen, Enzo tal vez se deshaga de él ” “Todo esto es por culpa de ellos, por tener su final de cuento” “Eres la villana no lo olvides, ellos en realidad te odian, hasta tu bebé lo hace”. Eran tan constantes que luego le llegaba a creer todo y luego negarlo, no sé qué es lo que me pasa pero no puedo pedir ayuda ya que no tengo a nadie a mi lado. Había pasado tanto tiempo desde que llegué a este mundo que no me acordaba de mi vida anterior o del libro, sólo sabía que era la villana de una novela. La luna estaba en lo alto y estaba llendo a dormir cuando sentí un líquido correr por mis pies.

– Mi señora su fuente se ha roto. —dijo Cas para luego salir corriendo para avisar que llamarán a la partera.— Descuide, mi señora , estaré aquí para ayudarle.

Al principio no sentí nada pero conforme pasaron las horas sentí el mayor dolor de mi vida. Quería que sacarán al niño rápidamente pero la partera hacía unos movimientos en mi panza para ayudar a que saliera.

– No puedo ¡Ya no quiero! ¡Ya no quiero tenerlo! —grité mientras agarraba con fuerza las sábanas.

– Mi señora debe empujar más. Ya casi sale el bebé. No se rinda. —dijo la partera.

– Usted puede hacerlo mi señora. —dijo Cas quien limpiaba mi sudor.

Ya era la tarde del siguiente día cuando por fin nació el bebé, estaba llorando cuando la partera lo sostuvo en sus brazos, lo estaban limpiando para darme lo pero me negué a verlo, no quería que lo acercaran a mi.

– Alejenlo ¡Que lo alejen! ¡No quiero verlo! —grite desesperada y cansada.

– Pero mi señora es un niño y llora por usted. —dijo Cas cargando con el bebé.

– No me importa, apartarlo, no quiero escucharlo llorar. —dije cubriéndome los ojos para no verlo.

– Dale tiempo, —dijo la partera— está cansada, hay que dejarla dormir.

Enzo entró preguntando por mi y el bebé pero lo ignoré, no quería ver a nadie, quería estar sola.

– Lo odias por qué es mi hijo. —preguntó Enzo.

– Tu también lárgate.

Fue lo último que le dije para luego llorar a solas en mi habitación, no era feliz y me di cuenta que nunca lo sería a lado de ellos o eso fue lo que la voz me dijo.



Lo hice por ti Where stories live. Discover now