15. [Corazones rotos]

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15. [Corazones rotos]

Adeline:

Desperté por los ruidos que escuché en el piso de abajo, directamente en la cocina.

Todo mi cuerpo dolía, despejé mi mente dormida y miré mi cuerpo con atención, mis senos tenían chupetones, mis caderas tenían la marca de dedos y mis labios estaban hinchados de tantos besos, aún no sabía que había pasado ayer claramente, pero pequeños recuerdos llegaron a mi cabeza, Atlas encima de mí, yo besándolo sin fin solo para sentir sus candentes labios sobre los míos enviando potentes llamas a mi abdomen bajo.

« Habíamos follado la noche anterior »

« Estuve con mi hijastro »

« Le fui infiel a Hernán »

Aún no podía creer lo bajo que caí cuando dejé que su cuerpo me envolviera, no podía creer lo fácil que fue quitarnos la ropa.

Atlas me odiaba y si no estaba equivocada, él se acostó conmigo solo para vengarse, eso era lo que él deseaba; solo así me sacaría de su vida y de su casa.

Cerré mis ojos por un momento intentando borrar  la noche anterior de mi vida, la disfruté como nunca y en un momento lleno de tensión sexual, no pude pensar en las consecuencias que tendría después.

Estaba en la habitación de Atlas y cuando decidí levantarme y afrontar el torbellino que se me venía encima, tomé mi ropa del suelo y me cubrí hasta llegar a mi habitación; la habitación que compartía con Hernán.

Me di una ducha rápida y cuando estuve presentable; bajé a la cocina solo para encontrarme con que Atlas estaba quemando unos huevos.

— Buenos días — Saludé, tenía miedo de que su humor bipolar no estuviera del mejor ánimo, él podía buscar cualquier excusa y herirme.

— Buenos días madrastra.... O mejor dicho mi chica ¿No? ¿No suena mejor? Al fin y al cabo estuviste en mis sábanas ayer y...

— Cállate, sé que no soy nadie para pedirte esto pero no le digas a Hernán, yo...

— Estás equivocada — Atlas apagó la estufa una vez se dió cuenta de que no valía la pena mezclar más los huevos si ya estaban quemados. — Solo follamos ayer, no te debo matrimonio como papá y sabes que es lo que me gusta más de esto... Puedo contarle toda la verdad y de una vez te echará de aquí...

— Atlas...

— No, No te debo lealtad, a papá le gustará escuchar que no solo fuiste por uno de la familia, si no por los dos ¿Quieres mi herencia también?

— ¡Eres un imbécil! — grité, no sé por qué caí de idiota con él, si ya sabía que nunca me trataba con respeto.

« Me odiaba »

— Eso no gritabas ayer...

— ¡Atlas! ¡Te estás pasando! — Dije, dolían sus palabras llenas de veneno.

— ¿Yo? ¿Quién lo dice? ¿La mujer de mi padre o la que se acostó conmigo?

— Atlas... — Dije en un susurro, él me había rogado ayer para que lo buscara, caí en su trampa, dejé que me engañara.

« Solo quería deshacerse de mí »

— Cuando papá entré por esa puerta, tú saldrás inmediatamente por ahí también, así que mejor empaca tu ropa de granjera y vete.

— Lo haré — una lágrima se escapó, mi mejilla se mojó cuando la gota bajó, acepté mi derrota y con unas últimas palabras de ira, subí a mi habitación: — Eres tan miserable que solo buscas dañar a las personas, no sé por qué te creí ayer, debería estar acostumbrada, ya sé que tienes una máscara.

Entre dos placeres © Where stories live. Discover now