33. [Falsas acusaciones]

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33. [Falsas acusaciones]

• Capítulo final •

Atlas:

Era muy extraño que papá me propusiera una reunión formal en su oficina, no sabía con exactitud que era lo que buscaba pero si sabía que había invitado al abuelo Teodoro a ser parte de nuestra amena conversación.

No había hablado mucho con Adeline, las horas habían pasado al igual que los días y aunque la quería como desde el primer momento en qué me di cuenta que sería para mí; aún no tenía idea de qué hacer con mi futuro.

Necesitaba tiempo para organizarme; no podía dejar mi turno en el hospital y quedarme con ella en su granja, no era correcto que dejara atrás mi vida cuando había luchado fuertemente por conseguir mi sueño.

« Por terminar mi carrera »

El departamento ya estaba alquilado a mi nombre, en cuánto regresé a la ciudad, tomé mis cosas y me marché de la casa de mi padre.

« No quería seguir viviendo con él »

« De alguna manera yo era su sombra »

Que él fuera feliz con Norma y con otras; al menos yo no lo vería disfrutar plenamente de su libertinaje.

« Ni Adeline »

Terminé de guardar las cajas de cartón, en ellas habían algunos recuerdos que no podía dejar en la casa de Hernán; tomé las fotografías que tenía con mamá, ambos sonreímos abiertamente mientras papá solo miraba para otro lado.

« Buscando a alguien más »

« Siempre lo había hecho »

Guardé todo en mi auto y conducí hacia las oficinas de papá; su mensaje parecía ser urgente porque no dejaba de llamarme para que no olvidara la reunión que planeó.

« Algo estaba extraño en su comportamiento »

Su despecho por Adeline duró solo un día, un día en el que se emborrachó y tomó hasta perder la razón; no recordaba a mi padre tomado, no podía opinar nada al respecto porque nunca llegó así a la casa.

« No cuando mamá estaba viva »

Llegué al estacionamiento de la empresa; cerré mi auto y subí las escaleras que me llevaban a la recepción.

— Buenas tardes Señor Bradford ¿A qué debo el placer de su visita? — Preguntó Norma, odiaba fuertemente mirarla detrás del mostrador cuando en la oficina de papá no hacía nada más que comportarse como su scort sexual.

« No tenía dignidad »

« No tenía vida propia »

« Era una mujer llena de veneno que solo quería el dinero de papá »

— No puedo decir lo mismo, dile a papá que ya estoy aquí — Respondí cortante.

— Qué pena pero el Señor Hernán acaba de entrar a una junta muy importante. — Norma sonrió falsamente y me señaló las sillas de espera.

« Ella quería que yo lo esperara »

— Puedes esperarlo hasta que su importante reunión termine o... — La interrumpí:

— ¿Piensas que soy idiota o qué soy un estúpido niño que no sabe ver la realidad? — Pregunté — Sé que te lo tiras, no lo niegues más...

— ¿Cómo te atreves hablarme así? ¿Acaso no tienes respeto?

— ¿Acaso tú no tienes dignidad? ¡Es un hombre casado y aún así eres parte de su juego! Cuando le canses te botará como lo hace con las demás.

— ¿Atlas? — Papá cruzó las puertas de la recepción y llegó a mi lado, no podía entender por qué Norma lo ocultaba si claramente él no estaba en una reunión de trabajo.

Entre dos placeres © Donde viven las historias. Descúbrelo ahora