XXXVII.

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Pedri González

Faltaba una hora para la cena en casa de los Paéz y yo solo pedía pasarlo bien de una vez. Llevaba un mes de mierda, no había momento del día donde no me sintiera culpable y deprimido, mi cabeza estaba en completo machaque todo el día, la presión en el pecho ya era parte de mi, mis pensamientos solo los controlaba el miedo de que a Luna le gustara Pablo, por el lado futbolístico, estábamos fuera de la Champions y encima mi nivel estaba en decadencia, nada me salía, perdía balones, no había manera de concentrarse, no podía centrarme como lo hacía antes de que todo pasase. Mi plan esa noche era, después de la cena hablar con Luna y así resolver todas las preguntas que llevaban días llenando mi cabeza. Aunque había dos opciones, que sus respuestas aliviasen mis pensamientos o que sus repuestos fueran la causa de que sintiera el mayor dolor que había sentido jamás.

Tras estar casi media hora escuchando canciones de Quevedo, me empecé a preparar para ir a la cena. Me puse lo de siempre, unas zapatillas y pantalones vaqueros de color negro, una camiseta blanca y por encima me puse mi sudadera favorita, una sudadera Balenciaga de color marrón.

Mientras conducía hacia la casa de los Paéz, los nervios aumentaban, sabía que esa noche iba a ser un antes y un después. Cuando llegué, Balde y Ferran ya estaban allí, incluso ya se habían puesto cómodos, invadiendo el sofá. Pablo estaba poniendo la mesa, pero no había rastro de Luna, hasta que se empezó a escuchar como alguien bajaba las escaleras. Joder, estaba radiante, estaba guapísima y no, no pienses que llevaba un veztidazo, ni nada o estaba maquillada, ella iba en chándal, sin una gota de maquillaje, con el pelo recogido con una colea alta, pero es que ella no necesitaba nada, ella misma brillaba como todas las estrellas del universo. Nos saludamos, saludo a los chicos y se puso a ayudar a su hermano poniendo los ibéricos en platos. 15 minutos después de que llegara yo a la casa, ya estábamos todos sentados en la mesa y no se si lo hicieron aposta o que, pero Luna y yo acabamos uno frente al otro.

La cena fue la ostia, era justo lo que necesitaba, estar junto a mis amigos, riéndome a carcajadas, hablar de cosas que no tengan que ver con el trabajo... la comida parecía que estaba hecha por los dioses, pero no fueron los dotes culinarios de Gavi y menos de Luna, ya que pidieron la cena de un restaurante de la ciudad. A parte de las risas, también hubieron miradas, pero solo entre Luna y yo, éramos como imanes de dos polos iguales, había energía, conexión entre ellos, pero por mucho que estuvieran uno frente al otro, los cuerpos no acaban juntándose.

Después de los postres, nos fuimos directos al jardín, como hacíamos siempre que íbamos a esa casa. Gavi no tardó en traer el altavoz, Ansu se puso como DJ y en ese momento empezó la diversión. También te digo, no duró mucho esa diversión, no sabía en qué momento Pablo y Luna se apartaron del grupo, pero hay estaban, sentados en el borde más lejano de la piscina con los pies metidos en el agua. Mientras que los miraba todas esa buenas sensaciones que llevaba sintiendo toda la noche, desaparecieron y se volvieron en pensamientos dañinos, empecé a sentir impotencia, dolor, enfado, pero cuando vi como Luna apoyaba la cabeza en el hombro de Pablo, también se sumó los celos, bueno, mucho mejor dicho, los celos me invadieron. Me iba ir de esa casa, no tenía ninguna duda, empecé a irme pero de pronto alguien agarró mi brazo haciendo que no pudiera avanzar. Me gire, era Gavi y por su cara no se le veía muy contento, pero lo que me dijo cuando nuestras miradas se juntaron me lo confirmó. Lo que me dijo mientras no me soltaba la mano y no quitaba sus ojos de los míos ni un segundo fue "Otra vez, ¿otra vez vas a montar una de tus escenas de celos? no aprendes o que, solo te digo que como salgas por esa puta puerta no vuelves a entrar en tu vida". Ni le conteste, le hice caso y volví donde estaba antes, haciendo como si estuviera divirtiendo, cuando realmente notaba como una tonelada aplastaba mi pecho. Por mucho que me jodiera estar allí, Gavi tenía razón, si me hubiera ido todo hubiera sido peor. Al rato tanto Luna, como Pablo volvieron a incorporarse al grupo, sentí que era el momento, necesitaba hablar con ella, así que respire hondo y fui directo hacia ella.

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