XL.

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Pedri Gonzalez

Eran las doce y media pasadas, oficialmente ya tenía veinte años y tenía unas ganas tremendas de ir a la habitación de Luna, como llevaba haciendo las últimas tres noches, pero no me dejaban solo. No, no compartía habitación con nadie, pero mis compañeros habían venido a felicitarme y como no, Ferran, Ansu, Balde y Gavi se quedaron apalancados en mi cuarto. Mi mejor amigo y yo estábamos sentados juntos en la cama, en cambio los otro tres estabas frente a nosotros sentados en los sillones, hay estabamos hablando, bueno, yo hablaba mas con Luna por el movil que con ellos pero bueno. Les intente colar la de "uff ya se me están empezando a cerrar los ojos", pero obviamente, no coló, pero es que ni un poquito. Acabe diciéndoles la verdad, aunque casi mi mejor amigo hace que me quede sin cabeza pero salí sano y salgo de aquella confesión. Bueno, la verdad fue acompañada, de una pequeña amenaza de bromas para que no soltasen ni una palabra, pero, como se suele decir, entre broma y broma, la verdad se asoma.

Al llegar a la habitación, iba a tocar la puerta, pero nada más mi mano tocó la puerta se abrió ella sola. Terminé de abrir la puerta del todo, cuando la vi allí con aquella sonrisa en medio de su habitación iluminada solo con velas, pero eso no fue todo, aparte de la sonrisa más bonita que existe, también traía en las manos plátano con dos velas que formaban el número 20. Cerré la puerta sin hacer mucho ruido y no tardé ni un segundo en acercarme hacia ella con la sonrisa más sincera que había.

- Pide un deseo- me dijo mirándome a los ojos. Afirme con la cabeza sin decir nada, cerré los ojos y soplé las velas, mientras que pedía un deseo, mejor dicho, mientras que pedía el deseo. Ni lo tuve que pensar, fue lo primero y único que me vino a la cabeza, pedí que la chica que tenía delante, la chica que me enseñó el amor, fuera feliz, no quería más en esa mida, con eso yo ya era el chico más afortunado

- Te quiero- le dije mirándole a los ojos antes de darle un pequeño beso en aquellos labios

- Yo tambien te quiero, felices 20 canario- me respondió poniéndose un poco de puntillas para volver a besarme

- El detallito del plátano me ha encantado- le dije con una pequeña risa

- Cómo tu dieta no me deja darte un pastel, pues he tenido que improvisar y no había mejor cosa- me respondió dejándolo en la mesilla. Cuando volví al lugar donde estaba colocada antes, volvió a hablar- quédate aquí, que tengo darte tus regalos

- Ey no hacía falta que me compraras nada- le dije y era la verdad, yo no necesitaba nada y menos que ella se gastara dinero en mi. Luna se agacho para coger algo que estaba debajo de la cama. De pronto vi como sacaba una caja pequeña y un sobresalía de una pequeña mochila

- Calla y abre tu regalo- me dijo sentándose en la cama y haciéndole la señal para que me pusiera a su lado. Miraba sin parar la caja, como el sobre, intentando descifrar que podría ser

- ¿Algún orden a seguir?- pregunte emocionado, la verdad es que estaba nervioso

- El que te diga el corazón- me respondió acompañando con una sonrisa dulce. Le hice caso, cogí la caja, que era en lo primero que me había fijado. Al abrirla pudimos observar como brillaba una preciosa pulsera, pero no cualquier pulsera, esta pulsera ya la había visto antes, la vi en aquella tienda en estado unidos, era la pulsera que venia aguego con el collar que yo le regalé en su cumpleaños. La mire y no hice otra cosa que besarla

- ¿Te gusta?- me pregunto con unos ojos que sólo transmitían paz y ilusión

- La pregunta me ofende- le respondí con una risa y volví a hablar- Pero no hacía falta gastar tanto

- Lo sé, pero si no lo hacía no me quedaba feliz. Deja de pensar en cuánto vale las cosas y sigue abriendo- me dijo ella. Le hice el gesto de "a sus órdenes", haciendo que los dos soltamos una pequeña carcajada. Volví a hacerle caso, cogí el sobre con nervios y lo abrí. Era una carta no muy larga acompañada de un llavero de la bandera de Canarias por un lado y por el lado la bandera de Tenerife. Empecé a leer en voz alta "Realmente dentro de este sobre no iba a estar esta carta, iba a haber otra cosa, pero se me pasó por la cabeza hablarle a un chico. Tranquilo, no tienes que matar a nadie, te doy unas pistas,tú mismo nombre, canario y nos sabemos todas sus canciones desde el principio hasta el fin. Iba a comprar dos entradas para su concierto, pero sabía que iba a ser una locura estar allí con toda la gente, así que cogí el móvil y le escribí. Pensé que no iba a contestar, pero no fue así, casi se alegró más que yo al contarle que te quería regalar una entradita de su concierto. Así que no hagas planes para el 11 de marzo por qué tenemos un concierto de Quevedo en zona vip, pero no en cualquier ciudad, en Gran Canarias. Espero que te haya gustado y que te haga ilusión, estoy deseando que llegue ese dia para poder estar gritando todas las canciones como lo hacemos cada vez que conduces y estoy de copiloto"

Mis fotografías favoritas [Pedri González]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora