Capítulo 5

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El día estaba triste, según recordaba las palabras que le había dicho alguna vez su madre.

"Cuando llueve amor, es porque el cielo está derramando sus lágrimas."

Zayn nunca entendió por qué el cielo estaría triste, o porque siquiera se le atribuía a eso cuando llovía. Era solo agua cayendo de nubes, pero las creencias siempre venían de un corazón puro y le gustaba tener un corazón así. Le gustaba honrar lo que sus antepasados decían, no había para más.

Recargó los codos en el marco de la ventana de la maltrecha habitación y tomó una profunda calada del cigarro que estaba entre sus labios. El humo caló hondo y más allá, sus pulmones pidieron por oxígeno rápido pero no lo tomó, porque le agradaba la sensación de estar quemándose por dentro. Porque ese dolor era real, sabía que estaba allí y que podía simplemente tomar un respiro para aliviarlo. Le gustaba ese tipo de control. Tenerlo todo en sus manos.

No como la mierda de los sentimientos. Donde dolía el alma. ¿Cómo demonios se aliviaba el dolor de un alma rota? Eso le fastidiaba. Como, muchísimo, porque a pesar de que en realidad a menudo no le importaba cómo se sentía, cuando lo tomaba en cuenta y caía profundo en ese agujero del que no podía salir por días... Era para apretar los puños con coraje hasta no sentir los nudillos. Porque simplemente no estaba en sí mismo elegir sentirse mejor, elegir dejar de sufrir. Siempre debía nublar sus sentidos de cualquier forma para olvidar todos los problemas que le rodeaban.

Era solitario. Así le gustaba. Así había aprendido a vivir. No sonreía, porque con el pasar de los días había menos y menos motivos para hacerlo. No hablaba mucho, porque estaba seguro de que nadie escucharía con atención de todas formas.

Era callado. Con mala cara. Así había aprendido a sobrevivir.

En el mundo de Zayn, si hablabas demasiado eras un idiota bocón. Si sonreías demasiado eras un estúpido. Si te quedabas quieto tenías intelecto, calculador y necesario. Así funcionaba, así lo hacían todos los que deseaban un buen lugar.

A eso se resumía su día a día. Sobrevivir.

Observó al gato regordete del anciano que tenía como vecino correr entre las ramas que crecían pobremente en el "jardín" delantero. El gato parecía disfrutar de la lluvia y Zayn sólo pudo fruncir el ceño. Una escena tan rara. Cualquier gato normal y con sentido común huiría de la lluvia, pero allí estaba el obeso de Rogger, saltando apenas despegando las patas del piso de un lado a otro, disfrutando sin importar nada más.

El pelinegro decidió tomar otra calada de su cigarrillo, saboreó lo amargo en su lengua y después apagó la colilla sobrante encima de su brazo. La dejó allí encima del marco de la ventana y rascó parte de su espalda, dio un bostezo y se dirigió al baño. Tomaría una ducha, aunque estaba frío afuera por la lluvia su trabajo no respetaba climas, si había que hacer una entrega se hacía sin pretexto porque sino no comía y era todo. Debía estar vestido y listo para salir en cualquier dirección.

No alcanzó a abrir la llave de la ducha cuando su teléfono comenzó a sonar en algún lugar de la desordenada habitación.

—Me cago en el obeso de Rogger, ¿qué no puedo ducharme en tranquilidad? —soltó con molestia regresando a buscar el móvil. Observó la brillante pantalla entre las sábanas de la cama y lo tomó observando el número que marcaba como desconocido.

Respondió.

—Hey... Soy L-

Y colgó.

Porque no tenía tiempo para buscar más problemas de los que ya tenía encima. Porque aunque estaba consciente de que estaba mal, el castaño no salía de su cabeza en largas partes de su día a día. Porque aunque se había obligado a tratar de olvidar aquella estupidez de haberlo besado durante un gran rato, olvidar la suavidad de sus delgados labios... Parecía que todo iba en vano. Porque sin duda alguna, pensaba mucho en Louis.

I'm not a good guyWhere stories live. Discover now