IV

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                           ♧¿Amor?♧

Luego de divagar en el baño por una cantidad de minutos indeterminados, volvió a salir para cumplir a lo que iba, buscar a su amigo. Su lobo está inquieto dentro suyo, deseoso por salir y transformarse para llegar rápido hacia el Omega, aspirar su dulce aroma a rosas frescas que tanto le tranquiliza y ver sus pequeños lunares en su rostro y ese brillo en sus ojos que siempre lleva.

Sacude su cabeza con el ceño fruncido, chocando en varias ocasiones con algunos estudiantes que saltabn gruñidos en su dirección. Realmente no comprendía, si su lobo, su Alfa, quiere y desea al Omega, ¿por qué él no lo hace? ¿Por qué su parte humana no puede aceptarlo? Le gustaría que le dijeran que eso del amor es fácil, algo sencillo de comprender, pero ni el más sabio le podría dar una respuesta en concreto que libere su tormentoso cerebro de tantas dudas.

Camina por el jardín, siguiendo el rastro del aroma de Fourth  y el olor de tristeza que puede percibir, llegando hasta un arbusto mediano lo rodea para quedar detrás de aquello terminado encontrándose con el más bajo tirado en el pasto, vuelto una bolita, sujetando sus piernas y ahogando los sollozos que su boca suelta. Poniéndose de rodillas cerca de él lleva su mano hasta la mejilla del Omega, limpiando las lágrimas que sus bonitos ojos avellanas están desbordando.

— Fourth...

— No me veas así, Alfa. — pide en un hilo de voz, apartándose de su toque al ponerse de pie con rapidez, como si su tacto le quemara, él mismo limpia su rostro con sus pequeñas manos y antes de que salga huyendo como lo tenía previsto cuando sintió su aroma, su muñeca se ve  envuelta por la gran mano de Gemini. — T–Tengo que irme, las clases... las clases están por comenzar.

— ¿Por qué lloras?

El corazón de Fourth comienza a latir frenéticamente, su Omega mueve la cola de puro gusto, si olor ya no es de tristeza ahora es de felicidad porque su Alfa se está preocupando por él. Aunque no sea la primera vez, el toque en su piel lo hace más especial y único. Realmente Fourth siente que esta cayendo en un abismo profundo, saltando de un avión sin ningún paracaídas, cayendo de un inmenso edificio, pero no siente miedo, porque Gemini lo está esperando con una genuina sonrisa, con los brazos abiertos dispuestos a sostenerlo y protegerlo do todo mal. Y eso al pequeño Omega de ojos avellanas le gusta, le fascina, hace sentir bonito a su corazón.

— No es nada. — susurra, mirándolo a los ojos, como siempre lo hace, porque está enamorado de aquellas piedras cafés que lo examinan como un médico a su paciente, con paciencia y determinación a descubrir su dolor para ayudarle.

— Omega, dime la verdad. — insiste con dulzura y manteniendo un tono de voz suave, bajando su mano hasta tomar la de Fourth y acariciar con su pulgar el dorso de la misma.

Tan suave como toda la piel de su pequeño cuerpo. Gemini recuerda a la perfección como se estremecía bajo su tacto, en sus oídos solo repiten los jadeos y gemidos de ambos, atormentandolo más.

— Y–Yo... es que yo...

El timbre suena indicando que las clases acaban de empezar otra vez. Cortando su conversación, Fourth por un parte se siente aliviado, pero por otra no, quería que su Alfa siga acariciando su manito con esa delicadeza que posee a pesar de pertenecer a una casta diferente a la suya.

Hasta que recuerda que Gemini no es cualquier Alfa, es diferente al resto y eso lo hace único.

— Hablaremos luego. — asegura el Alfa, señalando al pequeño con su índice. — Andando.

Fourth asiente con una sonrisa porque sus manos aún siguen juntas, Gemini ni se inmuta de eso, va perdido en sus pensamientos, tan absorto que no nota a la Omega que corre por el pasillo y termina chocando con su cuerpo, ocasionando que ambos acaben aturdidos en el suelo por el reciente golpe.

La señorita suelta un grito de dolor cuando intenta apoyarse en su mano derecha. Gemini se apura en levantarse para ayudarle a ponerse de pie, ignorando deliberadamente a su acompañante que está con el ceño fruncido, la nariz arrugada y un puchero en los labios. Sumando a ello que está soltando feromonas de molestia.

— Perdona. — se  apresura a decir la Omega cabizbaja. — No me he fijado por donde iba.

— Deberías usar lentes entonces.

— Fourth. — reprende el Alfa sin verlo, pero sintiendo su pesada mirada en su espalda.

— Realmente lo siento. — vuelve a decir tímidamente.

— Te acompaño a la enfermería. — se atreve a comentar, cogiendo la zona afectada y sintiendo lástima por ella.

— N–No es necesario, su Omega me está aniquilando con la mirada.

— Él no es mi Omega, es un amigo.

"Grave error Norawit", piensa Fourth, yendo con furia al aula e ingresando luego de recibir una sanción por llegar tarde, pero no le importo. ¿Cómo le iba a importar si había sido rechazado por su Alfa por quién sabe qué vez? Toda la clase estuvo esperando por él, mirando la puerta con añoranza, recordando las palabras de su madre que siempre le advertían con no encapricharse con alguien, mucho menos con el primer Alfa que vea. Pero él estaba enamorado, o eso quiere suponer.

¿Realmente siente amor por Gemini o es una ilusión pasajera?

Sonrió en grande cuando el timbre indicó que puerta, aunque, así como apareció su sonrisa también se fue cuando él pasó por su costado sin decirle nada.

¿Realmente siente amor?

Omega Celoso   [GeminiFourth]   Where stories live. Discover now