Capítulo 2

296 15 7
                                    

Maddie

Odio ese sentimiento de ser despreciada por tu madre, pero no lo muestro. Muchas personas me conocen como sarcástica, carismática e incluso amable y dentro de lo que cabe, siento que lo soy. Porque no me gusta que me identifiquen de otra manera, incluso sé que estoy haciendo caer a Daisy en ello, aunque ella no me cree mucho.

Pero no me gusta que la gente me mire como si fuera débil o que soy solo una fachada —lo que en realidad soy—, pero aún así no me gusta.

—Hola —me dice la secretaria de mi padre. Una joven pelinegra muy hermosa—. Un placer conocerte por fin. No te pareces en nada a tu madre.

—Por supuesto que no, opté por cambiar cada rasgo de similitud con ella —digo tomando un sorbo de mi champán.

Ella me mira con las cejas arqueadas, pero me sonríe de todos modos.

—¿Cómo te va en la universidad?

Genial. Preguntas incomodas aquí vamos.

—Bien. —No es así.

Ella sigue sacándome un poco de plática hasta que se va porque mi padre no la deja en paz en ningún momento. Seguramente me sacaba plática porque me vio tan aburrida y decepcionada en esta fiesta horrible.

—Maddie, ¡dios mío! Endereza esa espalda y no tomes frente a otras personas, nos das mala reputación.

Volteo a ver a mi madre y tomo otra copa de champán y la tomo toda de un trago y le entrego la copa en sus delicadas manos.

—Discúlpeme, su alteza, no sabía que tenía que estar parada como una estatua de mierda para complacerla. Lo haré en este preciso momento.

—No hagas una escena, Maddie. O te juro...

—¿Me golpearas de nuevo? ¿Frente a todos? ¿Dónde queda tu clase entonces?

—Maddison —dice mi padre detrás de mí.

Qué horror.

Lo ignoro cuando paso por su lado y voy hacia otros sirvientes y... no sé cuántas copas de champan he tomado, pero sé que no distingo porque estoy tomando el micrófono para dar unas palabras.

—Hola, buenas tar... noches, noches a todos. Estamos reunidos aquí para... ¿para qué estamos reunidos aquí? —susurró hacia la persona de mi lado y ella me responde con las mejillas rojas, mis padres me ven furiosos desde el suelo—. Ah, sí, para lo de mi padre. Un mal padre, por cierto, y no digamos mi madre que no es exactamente una madre para mí, pero eso no importa, ¿cierto? Debo respetarlos quiera o no, porque es lo que la sociedad te dice que hagas. Pero bueno, espero nunca vivan mi vida como yo. Es terrible.

—Maddison —dice papá con voz enojada.

—Seguramente después de esto me gane... —una golpiza—... regañada. Pero pues para decirles que nada los detenga como a mí, hagan lo que quieren. No sean como mi madre que no me apoya en mis sueños y me trata tan, tan, tan, tan mal y...

Antes de que pueda seguir mi padre me toma del brazo y me saca del salón arrastrándome con toda la fuerza posible y lo sé porque me duele el brazo del agarre que lleva sobre mí, mi madre va llorando cuando subimos al auto y me río.

—¿Tú lloras, madre? ¿Estás jodidamente llorando? ¿Y yo qué? he sufrido toda tu mierda por años y no me daba cuenta de lo jodida que estás. Dios, eres la peor madre del mundo. Te desteto.

—¡Maddison! —grita mi padre, y elevo la barbilla para enfrentarme a él.

Creo que el alcohol me da muchísimo más valor.

Unidos por un Error Where stories live. Discover now