Capítulo 24

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Maddie

Ya llevamos semanas entre ir a la tienda que tenemos aquí y viajando a ver las otras que tenemos en Los Ángeles, estamos a unos meses de lograr abrir mis tiendas y de cierta manera me tiene estresada y muy nerviosa.

¿Qué pasa si a nadie le gusta?

¿Qué pasa si nadie visita mis tiendas?

¿Qué pasa si invertí mucha emoción y...?

—¿Maddie?

Miro a Oliver que frunce el ceño mientras me mira, me aparta el cabello de la frente mientras me pasa una botella con agua.

Hemos creado la rutina de correr a las seis de la mañana en el vecindario, pues he estado tan estresada y nerviosa que he desarrollado un insomnio que no me deja en paz y Oliver a aprovechado para correr o para follarme en todos los lugares posibles y en todas las posiciones que encuentre posibles.

No me quejo por ello, de hecho, me encanta. Me encanta más follar que correr, pero también dice que debemos desarrollar nuestros pulmones. No lo necesito, montarlo me hace desarrollarlo.

—¿Sí? —Lo miro mientras tomo un sorbo de agua.

—No pienses en ello.

—No estaba pensando en nada...

—Sí lo estabas. Estabas pensando en que nadie llegaría a tus tiendas. Lo harán, eres inteligente e ingeniosa aparte de brillante.

—Pero es que...

Me toma de la mandíbula haciendo que lo mire a los ojos, ojos preciosos que se iluminan con el sol, me concentro en sus ojos, sus largas pestañas, su barba de tres días que lo hace ver más caliente y me hace derretirme en especial cuando la rosa contra mis muslos, su manzana de adán se mueve mientras toma agua.

—Nada de peros, eres capaz de mucho. Siempre lo has sido.

Asiento mientras miro sus labios esperando mi beso. Me sonríe mientras deja un casto beso sobre mis labios y sonrío para mis adentros. Me encanta todo de él, en especial cómo me hace sentir al respecto con mis proyectos.

Mis amigas y amigos siempre han estado ahí y lo agradezco. Pero saber que hago que otra persona se sienta orgullosa como lo hace Oliver de mí, me hace sentir tan sentimental que me dan muchas ganas de llorar.

—Gracias.

Me besa una vez más y me derrito contra él.

—Una vuelta más.

—Ya no quiero, me duelen las piernas.

—Eso no dices cuando las aprietas alrededor de mi trasero mientras estoy enterrado en ti.

—Porque es diferente.

—No lo es.

—Lo es.

—Bien. Una más.

Activamos nuestros relojes y damos una vuelta más, cuando llegamos a la casa en construcción, me siento en una piedra con el sudor empapándome todos lados, miro a Oliver y parece que no ha corrido nada porque llega a mi lado con la respiración tranquila mientras yo parezco perro con falta de aire e hidratación.

Toma de su botella de agua y me pasa la de él porque yo ya no tengo nada. Doy grandes tragos en busca de hidratación y Oliver se sienta a mi lado.

—¿Por qué no estás cansado?

—Pequeña bestia, hago este recorrido todos los días. Ya estoy acostumbrado.

—Yo he corrido en la caminadora y no es así de cansado.

Unidos por un Error Where stories live. Discover now