Parte I - Tan Fácil Fue...

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—¡Vamos Chris! —decía su amigo emocionado ante la idea de ir a una de las últimas fiestas que darían los de último año.

—Joel, jamás he ido a ninguna fiesta de esos idiotas y esta no será la excepción —tomó su celular y estuvo a punto de mensajearle a su amigo Richard que no iría.

—Te compraré boletos para el juego de tu equipo favorito.

—¿Bebida y palomitas también?

—Siempre terminan en el piso, Chris —su amigo hizo una mueca.

—Le diré a Richard que no estoy interesado en ir.

—¡Está bien! ¿No quieres unos nachos también? —el pelinegro asintió y el moreno lo miró mal —. Era broma.

—¿Y? Tú lo ofreciste —Joel estuvo a punto de renegar, pero el mayor levantó su celular amenazando con contestarle al moreno con una negativa ante su invitación.

—Chantajista —dijo Joel mientras Christopher le mandaba un texto a Richard confirmando su asistencia en la fiesta.

—Tú fuiste el que ofreció dinero, yo hubiese aceptado con que tu fueras a verme los tragos toda la noche —dijo poniéndose de pie para buscar que ponerse.

—Te odio.

—Me adoras, pequeñín.

—No me digas así —Joel se acostó en la cama del mayor—. ¿Quién nos va a llevar?

—Mi madre nos puede hacer el favor —dijo mientras comenzaba a cambiarse.

Observó su cuarto desordenado divisando una camisa que después de olfatearla para asegurarse de que estuviera limpia se puso y posteriormente la combinó con una chaqueta de color negro.

—¿En serio llegaremos a una fiesta de último año con tu madre? —puso sus manos sobre su cara.

—Debiste pensar en eso antes de chantajearme, niño genio. —peinó un poco su cabello y salió de su habitación—. ¡Ma! ¿Puedes llevarnos a casa de Richard? —gritó para que su madre lo escuchara desde la sala.

—¿Para? —devolvió el grito su madre.

—¡Hay una fiesta y me dijiste que debería salir más de casa! —esperó la respuesta de su madre unos segundos y cuando la escuchó ponerse de pie junto con el sonido de las llaves, supo que ya tenían transporte esta noche—. Vamos Joel.

—Pude haber traído mi auto, ¿Sabes? —Se acomodó la bandana y se dirigió al espejo que se encontraba en la puerta de este—. O mejor aún, puedes aprender a conducir, hasta yo podría enseñarte.

—¿Sabes lo vergonzoso que sería que mi amigo, el cual es menor que yo, me enseñe a conducir?

—¿Sabes lo vergonzoso que va a ser que tu madre nos vaya a dejar y nos vaya a ver a la fiesta? —susurró su amigo para que la mujer no los escuchara—. Me iré antes de las doce si es así —Christopher rodó los ojos.

—¡Vamos chicos! ¡Quiero llegar al inicio de la novela! —gritó su madre desde la planta baja y los adolescentes rieron.

Ambos bajaron y salieron de la casa junto a la madre del mayor, esta noche marcaría el inicio de un nuevo capítulo en la vida de ambos adolescentes.


(n/a): A partir de aquí se suben los capítulos editados.

Cien (Chrisdiel)Where stories live. Discover now