Cien: Víveme

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No necesito más de nada ahora que
Me iluminó tu amor inmenso fuera y dentro

Las caricias del castaño sobre su cuerpo le quemaban, lo hacían querer liberar toda la pasión que acumulaba para una persona especial, ya que este era su persona especial.

Él era su todo, lo iluminaba y lo ponía feliz en sus días tristes.

-Te amo.-Le dijo demostrando sinceridad, estaba molesto con el otro chico. Molesto porque no podía dejar de amarlo, su relación no era buena, lo sabían, pero uno era el metal y otro era el imán. La atracción no se podía romper.

-También te amo.-Dijo sonriéndole.

Créeme esta vez
Créeme porque
Créeme y verás
No acabará, más

-Cariño, ambos queremos esto.-Tomó sus manos y lo miró con necesidad.-Te prometo que nada ni nadie nos separará.-La ilusión en esos ojos cafés lo mataban, no quería decirle que no.

-No lo sé.-Dijo después de unos segundos. Se dio la vuelta y contempló las olas. Aún no entiende cómo es que las personas no pueden ver la belleza de ese paisaje que era reflejado en sus ojos. O quizás el veía belleza en los recuerdos que habían ahí.

Tengo un deseo escrito en alto que vuela ya
Mi pensamiento no depende de mi cuerpo

-No quiero solo sexo contigo, lo sabes. Sabes perfectamente que puedo tener control sobre mí mismo.-Dijo el castaño abrazando al mayor.

-Ese día pasó todo lo contrario.-Christopher cerró los ojos recordando el dolor que sintió.

-Pensé que ya me habías perdonado por eso.-Dijo Zabdiel aun abrazándolo.-Creí que ya no habían rencores en nuestros corazones.-

-Estás perdonado.-Dijo y sintió las lágrimas.- Pero mi cabeza no deja de repetir la escena en mis sueños y y...y...yo.-Rompió en llanto y el menor no pudo evitar hacerlo también.

Créeme esta vez
Créeme porque
Me haría daño ahora, ya lo sé

-Me haces daño, pero se siente tan bien.-Susurró el más bajo dejando un beso en el cuello de Zabdiel.

-No tengas miedo, bebé.-Dijo y Christopher siguió besando su cuello.-No te presionaré, esta vez todo lo harás tú, cariño.-Dijo separando al chico de su cuello.

Sus labios se conectaron y la camisa de Zabdiel empezó a ser desabotonada.-Quiero que me ayudes a olvidar el daño.-Dijo pasando un dedo por el pecho desnudo de Zabdiel.

-No hay presiones, cariño.-Dijo y la camisa de Christopher fue retirada. Zabdiel desabrochó los pantalones del pelinegro, los bajó junto con el bóxer del chico y rápidamente se sentó sobre la arena, Christopher lo había empujado sobre esta. Este se sentó restregándose contra el menor, el cual se encontraba jadeando por más contacto. Tomó la cintura del chico y admiró su pálida piel, era perfecto, quería besar cada uno de sus lunares. Su sonrisa era algo que ya caso no veía y lo extrañaba. Sus pantalones fueron desabrochados.

Zabdiel levantó un poco su trasero para que el trabajo del otro chico fuese más fácil, su erección quedó expuesta y Chris metió dos dedos en su boca.-No dejaré que tú lo hagas.-Dijo cerca de sus labios y Zabdiel casi le reclama por si este pensaba que le haría daño, hasta que escuchó el argumento de Christopher.-Mis manos están limpias, las tuyas están llenas de arena.-Una risa ronca salió de los labios de Zabdiel. Ambos se besaban mientras Christopher se lubricaba, ambos gemían.

Christopher decidió que era hora, sacó sus dedos de su entrada y poco a poco Zabdiel iba entrando en él.

Ambos suspiraban, Zabdiel sentía cuan estrecho estaba Christopher, le encantaba. Cuando el menor ya se encontró totalmente dentro del otro chico, este empezó a dar pequeños saltos sobre este, provocando gruñidos y jadeos por parte de ambos, volvieron a besarse, Zabdiel mordía los labios de Christopher, en un jadeo logró que su lengua entrase en la boca del mayor y ambas empezaran a danzar en sincronía, la brisa marina los envolvía. Sus pasionales caricias acabaron en el orgasmo y de nuevo, como aquel día en ese estúpido motel ninguno de los dos quería llegar al clímax, porque sabían que ese era el final de ellos, esta vez sí lo sería, volvieron a besarse por última vez.

En silencio Christopher tomó sus cosas y se vistió, Zabdiel siguió admirando la belleza de aquella playa.

-Deberías vestirte.-Susurró el mayor.

-Chris...-Dijo y este interrumpió.

Hay gran espacio y tú y yo
Cielo abierto que ya
No se cierra a los dos
Pues sabemos lo que es necesidad

-Zabdiel debes avanzar no debes estancarte en mi.-Dijo intentando tragarse sus lágrimas.

-Chris...-Dijo Zabdiel tomando su rostro y el de piel pálida se mostró débil ante el contacto.

-No me hagas esto más difícil, por favor.-Dijo por fin soltando las lágrimas que se había guardado.

-Me iré, mañana mismo lo haré, Chris, pero antes de hacerlo debía tener una última cosa.-Dijo y pegó sus labios con los de Christopher. Al separarse susurró algo que Christopher amaba escuchar.-Te amo.-Le extendió un papel arrugado y este extrañado lo tomó.-Léelo cuando puedas. Y sin más que decir, Christopher se marchó.

Víveme sin miedo ahora
Que sea una vida o sea una hora
No me dejes libre aquí desnudo
Mi nuevo espacio que ahora es tuyo, te ruego
Víveme sin más vergüenza
Aunque esté todo el mundo en contra
Deja la apariencia y toma el sentido
Y siente lo que llevo dentro...

El dinero que tanto había ahorrado, ahora ya no había vuelta atrás, se iría dejando atrás todo, dejaría a su madre, su violador, a Christopher... en el pasado.

n/a

El siguiente capítulo es el final o más bien es el epílogo.

Cien (Chrisdiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora