Cien (Chrisdiel)

Cien: Él

Los días iban pasando. Zabdiel lo buscaba, pero él nunca estaba.

-Joel, por un demonio, dime donde está.-Dijo y antes de que respondiera, añadió.-No es pregunta, por si no te das cuenta.-

-Bien te seré sincero.-Dijo Joel cruzándose de brazos.-Está arriba.-Zabdiel estaba a punto de apartarlo hasta que Joel le dijo.-Te recuerdo que si llegas a subir en este momento, le harás daño, él te hará daño y ninguno quiere eso.-Dijo con la mirada fija en Zabdiel.

-No quiero lastimarlo.-Dijo Zabdiel y Joel casi sonrió.

-Eso creí.-Dijo y lo abrazó.-No es por ser malo, es solo que... Es mi mejor amigo, odio verlo triste y sin su típica sonrisa. ¿Sabes desde hace cuánto no le he escuchado reírse?-.

Zabdiel no pudo evitar soltar lágrimas.-Joel enserio no entiendo qué me pasó.-Dijo cayendo de rodillas, se sentó sobre el suelo.-Solo quería que ambos estuviéramos bien, pero las ideas de venganza me invadieron y no podía controlar mis actos.-Dijo el mayor entre ambos, se sentía impotente.

-Zabdiel...-Escuchó a alguien decir su nombre desde el interior de la casa.

-Chris...-Susurró con sus mejillas empapadas.

-Lo inevitable, en algún momento pasaría.-Dijo Joel, Chris se acercó a la puerta y Joel resignado dijo.-Los voy a dejar solos.-

-Zab.-Dijo Chris acariciando el rostro del mayor.

Antes de que este dijera algo Zabdiel soltó algo que ninguno de los dos creyó que su boca dijera.-Chris. ¿Quieres tener una cita conmigo?-.

La ilusión en los ojos de ambos era notable. Joel y Erick espiaban en las escaleras, observaron a Christopher asentir y como dejaba un pequeño beso en los labios de Zabdiel.

-¡Chicos me voy! ¡No me esperen despiertos!-Gritó el pelinegro y cerró la puerta.

-Supongo que tenemos la tarde para ambos.-Dijo Erick acercándose al cuello de Joel.

-No dejaré que ese tonto le haga daño.-Dijo aun observando la puerta. Los labios de Erick empezaron a pasearse sobre su cuello y sus pupilas se dilataron. Supongo que tenemos la tarde para ambos.-Dijo y se volteó para besarse posesivamente con Erick, este con una sonrisa de por medio.

-Te amo.-Dijo Cuando Joel se alejó. Las manos del más alto en su cintura podían convencerlo de cualquier cosa, su toque era mágico.

-Yo también mi pequeño.-Ambos se sentían a gusto con el otro, los labios de Joel en el cuello de Erick lo dejaban con ganas de más.

Solo un toque de tu amor, es suficiente para que tomes el control de todo mi cuerpo.

Entre risas se dirigieron a la habitación, dispuestos a amarse todo lo que pudiesen.

(...)

Los parques se encontraban casi vacíos en la noche. Ambos chicos caminaban en un silencio para nada incómodo.

Zabdiel decidió tomar la mano del mayor, a lo que este correspondió.

-¿Sabes?-Dijo Zabdiel casi en un susurro.-Nunca tuvimos una cita real.-Sonrió.

-No me arrepiento de haberte dejado besarme en aquella fiesta.-Dijo Christopher cambiando el tema.-Joel me obligó a ir, no pensé que ahí estaría el amor de mi vida.-Dijo sonriendo y sonrojándose.

Zabdiel acarició su mano.-Niño bonito, fue el primer apodo que te puse.-Dijo y Christopher decidió mirarlo.

-Odié ese apodo.-Dijo y se detuvo.-Pero luego estuve encantado con que me dijeras que era tu niño bonito.-Ambos quedaron frente a frente.

Christopher no pudo aguantar más tiempo y juntó sus labios con los de su amado.-Diablos, te amo tanto que no puedo dejarte.-Dijo en medio del beso.

-No me dejes Chris.-Dijo Zabdiel cuando se separaron.-Ambos nos hemos equivocado pero quiero que reparemos todo.-Dijo Zabdiel-Podemos hacerlo.-

-Aunque quisiera Zabdi.-Acariciaba su rostro.-Esto es mucho para ambos.-

-Dame por lo menos una última noche, junto a ti.-Susurró Zabdiel en sus labios.

Solo un toque de tu amor puede embobarme por una semana.

Quizás no hicieron el amor esa noche, pero se demostraban como se amaban solo con miradas, con pequeñas caricias inocentes que no tenían segundas intenciones, besos cariñosos eran los que se intercambiaban. Ninguno cambiaría ese maravilloso día. Pero el adiós siempre debía llegar.