Cien: Luchar o Rendirse

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Joel se encontraba en la habitación que solía compartir con su novio. Aún recordaba la noche que habían pasado.

"Se encontraban besándose sobre la cama, hasta que una interrupción llegó. La puerta había sonado, sin embargo pensaron que era Christopher. Grave error.

-¿Dónde está?-Escucharon un grito desde la planta baja.

-Es mi padre.-Susurró Erick.-No lo sabe.-

Lo inevitable ocurrió, el padre de Erick entró a la habitación y separó a los chicos. Joel quedó aturdido.

-¡Joel!-Gritaba Erick siendo arrastrado por su progenitor. Lo cual logró sacar a Joel de aquel trance.

-Señor, no puede llevárselo.-Joel empezó a perseguirlos cuando bajaban las escaleras.

-Mi hijo no es un marica como tú.-Dijo y Erick empezó a forcejear.

-Papá, yo lo amo.-La mano de su padre golpeó su mejilla. Las lágrimas del pequeño empezaron a brotar, Joel quiso abrazarlo, pero el padre del menor lo apartó.

-Aléjate de mi hijo.-Erick peleaba contra su padre, amaba a Joel. Sin embargo la fuerza de este ganó. Y luego de correr por más de cinco calles persiguiendo el auto de aquel señor, Joel lo tuvo que dejar ir."

Las lágrimas empezaron a invadir su rostro.-Lucharé por ti Er.-Dijo y escuchó como se abría la puerta. Corrió hacia el piso de abajo esperando que sea Erick. Pero solo era Christopher. Este cerró la puerta y observó a Joel.-Hola.-Dijo con la voz quebrada.

-Hola.-Respondió el otro de la misma manera. Ambos estaban quebrados.

Zabdiel despertaría solo y todo porque es un maldito cobarde.

-El padre de Erick se lo llevó.-El chico estaba destrozado, Erick se había vuelto su todo.

Golpearon la puerta fuertemente y Christopher abrió esperando encontrarse con un Zabdiel enojado, quería que fuera él. Unos ojos verdes fue lo que encontró.

-Joe.-Dijo el chico haciendo a Christopher a un lado.

-Erick.-Ambos se besaron como si no se hubiesen visto en años.

-Yo me voy arriba.-Dijo Christopher mientras seguían besándose.-Ya saben... A llorar y evitar suicidarme.-Dijo para que le prestaran un poco de atención.-Consíganse un cuarto.-

Estaba celoso, pero sabía que él fue el tonto que dejó solo a Zabdiel.

-Chris, voy a empacar.-Dijo Joel asomándose al cuarto de este y tirándole las llaves de la casa.

-¿Qué?-Christopher se levantó y siguió al de rulos hasta su habitación.-Joel es una locura.-

-Irme con el amor de mi vida, no lo es.-Dijo metiendo camisas a una maleta.

-Erick, no han terminado el colegio.-Dijo al más pequeño que se encontraba en una esquina de la cama.- Joel podrían arrestarte si lo descubren ¿Enserio lo van a hacer?-.

-No me importa, Chris, lo amo.-Empezó a guardar pantalones.

-Chris perdóname por lo que diré pero, creo que es mejor luchar por nuestro amor que alejarnos.-Le sonrió al pelinegro que estaba concentrado en guardar ropa.-Yo no quiero vivir sin su amor.-

Christopher entendió el mensaje. Así que se retiró de la habitación con lágrimas en los ojos.

Necesitaba aire, sentía que sus pulmones le fallaban. Su madre lo había abandonado, había abandonado a Zabdiel, su padre era una mierda y ahora sus dos mejores amigos se iban.

-Christopher estaré en contacto, amigo.-Dijo Joel entrando en la habitación.

-Cuídate.-Dijo Chris dirigiéndose a abrazarlo. Al separarse le fue inevitable ver la cara de aquel niño que conoció jugando fútbol cuando tenía 8, ahora era un adulto habían pasado once maravillosos años de amistad. La despedida le dolió, pero aunque le lastimase entendió que era lo que debían hacer.- ¿Dónde se quedarán?-Dijo este mismo aguantando las lágrimas.

-La cabaña que era de mi padre, aún suelo visitarla y no es del todo desconocida para Erick.-Dijo Joel con una sonrisa.

-Joe, mi padre podría venir en cualquier segundo, vámonos.-Dijo Erick casi soltando lágrimas.

-Adiós amigo.-Volvió a abrazar a Christopher.

-Te quiero Joel.-Le dijo a su mejor amigo y este le sonrió.

-Adiós Chris.-Erick lo abrazó y le susurró.-Deja de alejarlo, se hacen daño.-Rápido se separó y los enamorados se fueron.

Dejándole a Chris tiempo para pensar las cosas. Todo se resumía en dos palabras. Luchar o Rendirse. La llamada de Zabdiel minutos después de que los enamorados se fueran fue una señal, pero no sabía de qué manera tomarla. Todo dependía de lo que este dijera.

Cien (Chrisdiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora