Capítulo 6

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—¡No Zabdiel! —dijo Christopher entre risas mientras el menor le hacía cosquillas, los besos del menor lo habían despertado unas horas atrás. No había pasado mucho desde aquella noche en la que Zabdiel entró por la ventana de Christopher diciendo que está listo para contarle acerca de porque es así.

—Está bien —dijo Zabdiel cumpliendo lo que el mayor decía con una sonrisa en el rostro, dejó un beso sobre los labios de este y se separó levemente del chico.

—¿Desde cuando haces lo que yo te diga? —dijo sonriéndole.

—Desde que te tengo aprecio, Chris —dijo el castaño y volvió a juntar ambas bocas en un pequeño beso— Debo irme niño bonito. —Volvió a besarlo, esta vez profundizando el toque de sus labios, segundos después se separó y recogió su mochila.

—Puedes quedarte si quieres —dijo el mayor y Zabdiel negó, dejando un beso más sobre sus labios; por fin se despidió de Christopher y emprendió camino a su hogar, caminó por las solitarias calles de la ciudad, la compañía del más bajo siempre era placentera estuviesen haciendo algo o no, el simple hecho de estar abrazados besándose le resultaba realmente agradable, sin embargo, no podía seguir abusando de la hospitalidad de Christopher.

Caminó porque quería retrasar su llegada a esa casa que antes había sido su hogar, pero al ver esta al final de la calle sintió escalofríos. Desde hace un par de años que duerme en casas de sus amigos cada que pude con tal de no tener que ir a ese horrible lugar.

Cuando llegó a la puerta empiezó a considerar el volver a la casa del mayor, pero, bastaron unos segundos para armarse de valentía y abrir la puerta del establecimiento, suspiró y caminó hacia las escaleras, las subió y mantuvo sus ojos sobre cierta esquina en el pasillo, la esquina en donde todo había pasado; le dieron náuseas. Se fijó en la alfombra y recordó como su sangre estaba sobre esta, estaba llorando y no se daba cuenta, parecía un preadolescente de nuevo, salió de ahí rápidamente y vomitó apenas puso un pie afuera de la casa, no podía con el recuerdo, volvía a sentir las manos de aquel tipo sobre su cuerpo. No podía dormir ahí, por lo menos no hoy, así que decidió ir a un motel, el seguro de su madre se lo permitía o se lo permitiría por unos años más.

Al obtener la habitación corrió rápidamente al piso correspondiente y sacó su cepillo de dientes junto con su pasta dental de su mochila.

Se lavó los dientes y pensó en el momento en que encontró el cuerpo casi sin vida de su madre, ya iban tres años desde aquel suceso, sin embargo, la pérdida de su madre y su virginidad dolía como el primer día. No le gustaba pensar en eso, por ello tomó su celular y marcó a la única persona en la cual podía contar.

—Quien sea que esté marcando a las... —Hubo una pausa y Zabdiel supuso que estaba viendo la hora—, a las tres de la mañana, más le vale que tenga una buena excusa porque estaba durmiendo —respondieron del otro lado de la línea.

—Chris.

—¿Zabdi? —dijo con voz adormilada— ¿Qué ocurre?

—Necesito que vengas —dijo Zabdiel con su voz empezando a temblar.

Había sufrido muchas ataques de pánico desde aquel suceso, pero siempre solo, desde que Chris ha estado en su vida, siente que tiene alguien que lo va a apoyar.

—¿Dónde estás? —Se escuchó como Christopher se levantaba de su cama.

Sabía que era la única que persona que vendría cuando lo llamara, sin explicaciones.

—En el lugar de siempre —dijo y escuchó una puerta cerrarse, en este punto no sabía si la de la habitación o la puerta principal del hogar del mayor, solo supo cuando ya estaba embarcado en un taxi, ya que todo el camino de Christopher al motel se basó en este susurrándole que todo estaría bien.

Llego en diez minutos y golpeó la puerta de la habitación treinta y cuatro. Un Zabdiel con ojos llorosos abrió la puerta y Chris no pudo hacer nada más que abrazarlo.

—Shh... Vamos cariño —dijo caminando hacia la cama aun abrazándolo.

—¿Cariño? —dijo el más alto con burla cuando ya había pasado un tiempo desde que el mayor había mencionado el apodo, el chico se sonrojó, no se había dado cuenta de que la palabra salió de su boca— Me gusta que me digas así.

Christopher se acercó a sus labios y le dio un pequeño beso, al querer separarse, Zabdiel volvió a juntar sus labios con más fuerza introduciendo su lengua en la cavidad bucal del mayor, el cual soltó un gemido sorprendido, pero respondió con la misma pasión que el otro chico demostraba. Estaba sentado a horcadas del menor creando fricción entre ambos, anhelando que el otro lo tocase, el calor aumentaba en la habitación y la ropa empezaba a crear incomodidad. El más bajo retiró la camisa de Zabdiel con rapidez, desesperado por sentir la piel del chico contra la suya.

—Tranquilo Chris —sonrió burlonamente para después besarlo lentamente. Una de sus manos pasó de la cintura de Christopher a entrar dentro del bóxer de este. El mayor soltó un suspiro ante el acto cometido por Zabdiel—,  tenemos toda la noche.

—Por favor, hazlo —jadeó volviéndose loco ante el tacto del castaño en su parte íntima.

—¿Qué quieres que haga Chris? —susurró cerca de los labios de este.

—No lo voy a decir —dijo y después de rodar los ojos, Zabdiel complació al chico, el cual con cada movimiento que hacía la mano de su amante se retorcía soltando uno que otro gemido.

—¡Zabdiel! —exclamó Christopher al sentir que estaba a punto de correrse. La mano del menor se paseó por la punta de su pene y el mayor abrió la boca soltando un fuerte gemido.

—Vamos cariño —dijo el chico aun sonriéndole mientras aumentaba el movimiento de su mano besando el cuello del de piel pálida—, córrete para mí.

Christopher gritó el nombre de Zabdiel al sentir como llegaba a un exquisito orgasmo. Luego pensaría que haría con su bóxer en el regreso a casa.

Intentó calmar su respiración, pero era consciente de que Zabdiel aún no había recibido nada por parte de suya, así que con las fuerzas que le quedaban bajó un poco el bóxer de Zabdiel y dirigió su rostro a la entrepierna de este.

—¿Qué haces Chris? —preguntó Zabdiel y segundos después sintió la lengua del mayor probando la punta de su pene— ¡Chris! —gimió el chico mientras Christopher succionaba la punta y luego metía gran parte de este en su boca— No sabía que esa boca podía hacer eso —sonrió acariciando su cabello.

Sintió la lengua del otro haciendo círculos sobre la punta de su pene y posteriormente a la lengua del otro chico recorriendo su falo, no podía controlar sus gemidos ni su respiración.

El mayor no sabía muy bien que hacer, así que recreaba lo que sentía que Zabdiel le hacía. Besó la punta del pene del otro y después lo empujó contra su boca para luego sacarlo, estuvo repitiendo la misma acción hasta que el chico le dijo que estaba a punto de llegar. Christopher empezó a mover su mano rápidamente, masturbando al menor, el cual segundos después se corrió embarrando su rostro y parte de su pecho con semen, agarró la sábana que tenía la cama y limpió su rostro.

Christopher se recostó a lado de Zabdiel, el cual intentaba regular su respiración, se dio la vuelta sobre la cama para quedar frente a frente con Christopher— Lo hiciste bien ¿Sí? —dijo al ver la observar el rostro del mayor el cual se encontraba con la mirada pérdida.

—No es eso —dijo sonriendo y le dio un casto beso— Es que... ¿Por qué yo? —susurraba mientras Zabdiel lo abrazaba.

—Porque eres lindo —contestó acariciando la mejilla del chico pálido.

—Pero eso no es lo que te hizo llamarme... ¿Me aprecias, siquiera? —volvió a preguntar Christopher observando cada facción en el rostro de su acompañante, sus penetrantes ojos color café lo llevaban lentamente a un abismo del cuál no quería escapar.

Después de unos segundos en los que el silencio reinó, respondió —Por supuesto, Chris. —Le dio un pequeño beso— No va a ser fácil encontrar a alguien como tú en mi vida —susurró Zabdiel en el oído del mayor—, así que por favor no te vayas...

Cien (Chrisdiel)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora