Capitulo 7

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Chelsea despertó, se sentía asqueada y adolorida, aún no podía asimilar lo que había sucedido ese día.

—Maldita sea.

La pelirroja se había acomodado nuevamente en la cama para acto seguido dormir, no era el día siguiente por lo que su horario de sueño se había desorganizado un poco.

Habían pasado 2 días del suceso, su cuerpo aún dolía y las marcas no desaparecían, y sus sentimientos hacia la ojiverde tampoco. Así como a la par despertaba la alfa, que sentía como sus sentimientos florecían en su pecho y a la vez se le rompía el corazón cada que recordaba el malentendido de aquella mañana.

—Soy una maldita imbécil. –musitó la alfa con dolor en su tono de voz.

Antes de dormir, Ruby no paraba de pensar en el día que tuvo relaciones con la omega. Suspiro y se acostó en su cama empezando a dormir.

(...)

Una sirena pelirroja de 15 años de edad se encontraba nadando libre de las restricciones de sus madres, al ser una omega y princesa debía seguir reglas importantes como la educación, modales y, nunca quitarse el collar.

El collar que poseía la cuidaba de marcas de alfas ajenas, debido a que la pelirroja había iniciado sus etapas de celo. Mientras nadaba jugueteando con los pequeños animales marinos, sintió como su cuerpo empezó a calentarse, como su ritmo cardíaco empezó a acelerarse; “No, no por favor aquí no." La omega maldijo en voz baja mientras empezaba a nadar hacia su habitad con sus madres quienes la podían cuidar de cualquier alfa que se le acercara con la finalidad de aparearse o de quitarle su valiosa virginidad.

—Princesita.

Una voz femenina pero grave se escuchó, era una sirena, una alfa de ojos marrones y cabellera negra tan oscura como la profundidad del mismo océano. Su celo la había atraído hasta allí, las alfas de su especie tienen el trabajo de no descuidar a ninguna omega en su celo, sin embargo, está alfa era diferente, está alfa no quería aparearse con la princesa Chelsea.

De pronto la pelirroja sintió como es arrinconada contra una roca marina, el agarre de quién la estaba sujetando era intenso, doloroso.

—¡¿Quien eres?! –cuestionó en un grito— ¡¿Sabes quién soy?!, ¡Soy la princesa Chelsea! –gritó.

La pelirroja noto como la pelinegra la agarra de la cabellera de la más joven, Chelsea se sentía inútil, no podía resistirse, su celo la domino por completo, no había otra cosa que la volviera más loca ahora, el olor de la alfa la ponía ansiosa.

—La reina Nerissa no se pondrá enojada conmigo si te calmo un poco pequeña~ –dijo lamiendo el rostro de la omega quien se encontraba sonrojada.

De pronto un ardor invadió su intimidad, la alfa estaba introduciendo su miembro de una manera tan bestial que la omega pego un grito de dolor tratando de apartar a la contraria, puede que su entrada ya estuviera bien lubricada, pero el dolor era intenso, entre el grito de desesperación se escuchó como la alfa empezó a reír entre dientes terminando de introducir su miembro dentro de la ojiazul.

—¡Sa-Sacalo por favor! –rogó entre gemidos sintiendo como la contraria la embestida sin piedad.

—Oh princesa~  –gimió.

(...)

Luego de unos largos y agonizantes minutos, la pelinegra antes de llegar a su límite saca su miembro de la omega empezando a besarla. Chelsea sin ningún tipo de fuerzas correspondió al beso mientras sentía como un líquido caliente caía sobre su intimidad.

El cuerpo de la princesa estaba herido, lo único intacto era su cuello gracias al collar que llevaba puesto, como pudo se defendió, pero sin importar las heridas que tuviera la pelinegra, está no se detuvo durante casi una hora con el cuerpo de la pobre omega en celo.

~Escapando del mar~ Where stories live. Discover now