ʚ𝐏𝐑𝐎́𝐋𝐎𝐆𝐎ɞ

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—Layla, esto fue un error —susurra Osiel, mientras sus manos temblorosa recogen su pantalón y su camisa del frío suelo.

—Osiel, no —susurro, apenas un eco desgarrado, mientras me levanto con torpeza y me envuelvo en la sábana que nos cobijaba momentos antes.

Sus ojos, una vez llenos de promesas y pasión, ahora reflejaban arrepentimiento y desilusión. La habitación estaba cargada de un silencio pesado, interrumpido únicamente por el latido de mi corazón roto. El aire se vuelve denso, casi irrespirable, como si el mundo entero contuviera la reparación, esperando el desenlace de nuestra tragedia.

Osiel se viste apresuradamente, como si deseara escapar de esta habitación, de esta realidad que se desmorona. Cada prenda que se adhiere a su cuerpo es un escudo contra el peso de su propia culpa, pero ninguno de ellos puede protegerlo de la mirada desgarrada que le lanzó. Mis ojos, una vez llenos de amor y confianza, ahora están bañados en lágrimas que amenazan con desbordarse.

—¡No te vayas! —grito, desesperada por retenerlo, por aferrarme a los últimos vestigios de felicidad que creíamos haber construido juntos.

Pero él no se inmuta, no se detiene. Mis palabras caen al vacío, como sus promesas rotas. No le importa dejarme aquí, desnuda y vulnerable, despojada de la seguridad que me otorgaba su amor. Nuestras palabras se convierten en eco, en un recuerdo desvanecido de una promesa eterna sellada con un beso.

La habitación se desmorona a mi alrededor mientras él se aleja, dejando tras de sí una estela de dolor y desolación. Me hundo de rodillas en el suelo, mis manos aferradas a la sábana que nos envolvió en el pasado, buscando desesperadamente una respuesta, una explicación para este abismo que se ha abierto entre nosotros. Pero no hay respuesta, solo el eco ensordecedor del silenció y el eco de mis propios sollozos.

En ese instante, el amor que alguna vez nos unió se transforma en una herida abierta que desgarra mi corazón. El dolor se convierte en mi compañero constante, una sombra que me seguirá en cada paso que dé. La promesa de amor eterno se convierte en un eco desvanecido, y yo me encuentro atrapada en la telaraña de una traición que nunca imaginé.

Y así, en medio de la desolación y la desesperanza, me quedo allí, desnuda y vulnerable, con el corazón roto y el alma destrozada, preguntándome cómo fue posible que un beso prometiera tanto y ahora solo quede el amargo sabor de la traición.

𝐋𝐚 𝐏𝐫𝐨𝐦𝐞𝐬𝐚 𝐃𝐞 𝐔𝐧 𝐁𝐞𝐬𝐨Where stories live. Discover now