𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟏𝟒

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𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 14.

LAYLA

𝐻𝑎𝑐𝑒 𝑢𝑛 𝑎𝑛̃𝑜...

Tomé el bote de pintura que nos entregó la profesora para terminar el mural. Nuestro grupo estaba encargado de hacerlo para la graduación, que estaba próxima.

—¿Con quién irás? —preguntó Grace, pintando las flores que íbamos a colocar después.

—Aún no lo sé —me encogí de hombros.

—Deberías ir con Chase, sabes que le gustas

—Si, lo sé, pero yo no lo veo así —continué haciendo lo que estaba haciendo.

—Al menos deberías darle una oportunidad.

—Deja de insistir, Grace. Sabes perfectamente que Layla muere por Osiel, ¿verdad? Por cierto. Es quién te cuidará todo un mes.

Si y esa era la única razón por la que no quería que terminarán las clases. Mis padres me dejaron a cargo de Osiel durante todo un mes, ya que ellos estarían en Florida por trabajo y mi hermano al ser el mayor le correspondía ir por ser el próximo CEO de la empresa.

—Basta chicas, dejen de molestar —solté irritada.

—Vamos, Layla, no seas así, dime —insistió Vianney. — ¿Dormirán juntos o en camas separadas?

—¡Vianney! —grité, pero me callé al ver que todos me estaban mirando—. Es un departamento, tiene más habitaciones. ¿Cómo preguntas eso?

Ella y Grace rieron al ver la expresión que puse al decirme eso.

—Deberías decirle que te mueres por él. No puedo creer que nunca se haya dado cuenta de que cuando lo ves parece una completa tonta.

Dejó la bote de pintura y comencé a guardar todo el material. Faltaban diez minutos para que acabe la clase, la última por desgracia.

—Estás loca. Me lleva cinco años, para él sigo siendo una niña y mi hermano —hice una pausa—. Otra razón importante de que mis sentimientos no puedan ser revelados. Ellos son mejores amigos y se cuentan todo.

—Layla tiene razón, Osiel no le conviene. Según la hermana de Lahore, dice que se acostó con él —susurró, Grace—. Te conviene Chase.

—Cállate, Grace. Solo quieres que ella esté con Chase para que tú y Patrick hagan citas dobles.

«¿Por qué no vino Natalia hoy? Así me libraba de estas dos locas. »

En eso sonó las campana. Me coloqué la mochila en el hombro, me despedí de ellas y esperé a que Osiel llegará por mí. Había dicho que estaría aquí puntual.

Saqué mí teléfono. Eran ya las 15:00. «No puede ser, llevo una hora aquí. »

Busqué su número y lo llamé, pero como era de esperarse no respondió.

Después de varios minutos, vi el auto de Osiel aproximándose a lo lejos.

Se estaciona frente a mí y entro al auto, haciendo un ruido al azotar la puerta.

—¡Hey, ten cuidado! Pagué millones por este bebé —se queja. Fruncí el ceño y me acomodo en el asiento.

—Te importa más tu estúpido auto que mi seguridad. Eres increíble —respondí, cruzando los brazos y soltando una pequeña risa llena de ironía.

𝐋𝐚 𝐏𝐫𝐨𝐦𝐞𝐬𝐚 𝐃𝐞 𝐔𝐧 𝐁𝐞𝐬𝐨Where stories live. Discover now