𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟕

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𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 7.

LAYLA

Me sequé las lágrimas que se me escaparon cuando me alejaba de la terraza en la que esperaba encontrar un poco de paz entre tanta multitud y en lugar de eso me encontré con mi pasado. Busqué con la mira a Vianney, quien había dicho que iría por dos copas de vino, a pesar de que le repetí hasta el cansancio que yo no bebería nada.

Después de cinco minutos, finalmente pude divisar hablando con el mesero.

—¿Podemos irnos ya?—le pregunté, al acercarme a ella.

Ella dejó de hablar con el chico, quien salió corriendo como si estuviera huyendo de ella.

—¿Ahora? —preguntó, sorprendida por mi solicitud.

Asentí con la cabeza, no quería estar en esta fiesta ni un minuto más. Mi encuentro con Osiel me había tomado por sorpresa y no sabía como manejarlo.

—Layla, un rato más, mira —me señaló a Janet, quien estaba subiendo al pequeño escenario montado dentro de su casa—. Va a dar un discurso.

Rodeé los ojos, realmente no me importaba el discurso de Janet. Lo único que quería era desaparecer de este lugar.

—Ya vámonos —le pedí por segunda vez.

—Vale, deja que termine el discurso y nos vamos —repitió la ojiazul.

Janet inicio su discurso: —Estoy muy agradecida con todos los que asistieron esta noche; no saben lo importante que es para Osiel y para mí —dijo, agarrando la mano de él—. Que estén en nuestra fiesta de compromiso.

«Se va a casar, no lo puedo creer», pensé.

Me sentía como un bufón al que estaban usando de nuevo, y no pude contener mis lágrimas.

«Pero, ¿por qué estoy llorando por él?»

Miré a mi alrededor y noté qué algunas personas parecían estar disfrutando de la fiesta, mientras que otras simplemente estaban ocupadas en sus conversaciones.

Finalmente, Janet terminó su discurso y todos los invitados aplaudieron. Ella le dio un beso en los labios a Osiel, y mi corazón se estrujó aún más.

Janet y Osiel compartieron un beso apasionado, y el nudo en mi garganta se hizo aún más fuerte. No podía soportar verlos juntos, celebrando su compromiso, mientras yo estaba ahí, en medio de la multitud, sintiéndome completamente fuera de lugar.

Vianney, que notó mi malestar, se acercó y puso una mano en mi hombro.

—Layla, ¿estás bien? —preguntó preocupada.

Asentí con la cabeza, sin poder encontrar las palabras para expresar lo que sentía en ese momento. No quería ser el centro de atención, pero estaba claro que no podía quedarme más tiempo en esta fiesta.

—Vámonos, por favor —le pedí a Vianney en un susurro.

Ella asintió comprensiva, sin pronunciar una  sola palabra. Caminamos hacia la salida y, al pasar junto a Osiel, decidí ignorar su mirada, centrando mi atención en avanzar.

Estaba a punto de subirme al auto de Vianney cuando sentí que alguien me sujetaba del brazo.

—Espera, tenemos que hablar —me dijo Osiel forzándome a mirarlo.

Su mirada reflejaba arrepiento y culpa, pero no estaba dispuesta a ceder.

—Ya te he dicho que no tengo nada de qué hablar contigo —respondí, apartándolo con determinación.

𝐋𝐚 𝐏𝐫𝐨𝐦𝐞𝐬𝐚 𝐃𝐞 𝐔𝐧 𝐁𝐞𝐬𝐨Donde viven las historias. Descúbrelo ahora