𝐋𝐚 𝐏𝐫𝐨𝐦𝐞𝐬𝐚 𝐃𝐞 𝐔𝐧 𝐁𝐞𝐬𝐨

𝐂𝐚𝐩𝐢́𝐭𝐮𝐥𝐨 𝟐0

𝐶𝑎𝑝𝑖́𝑡𝑢𝑙𝑜 20

ＬＡＹＬＡ

𝐻𝑎𝑐𝑒 𝑢𝑛 𝑎𝑛̃𝑜...

Me removí entre las sábanas, tenía mucho frío y me soné la nariz de nuevo. No había dormido toda la noche, la gripe me lo impedía. Osiel se había quedado conmigo, pero ya era tarde, así que se tenía que ir a la universidad. Yo le había avisado a Grace que faltaría, pidiéndole que por favor avisara a los profesores. Estábamos a una semana de que terminaran las clases y de la graduación. Esta semana serían exámenes, y no podía creer que en serio me enfermera a estas alturas.

Tomé la pastilla que Osiel me había dejado antes de irse. Me dijo que más tarde me llevaría al doctor. Nuestra relación aún era secreta, solo Natalia sabía de ella. Quería gritale al mundo entero que él y yo éramos novios, pero me tenía que contener porque lo que él quería era esperar a que mis padres regresaran de su viaje de trabajo para poder hablar con ellos.

Pasaron las horas y, a pesar de la medicación y el calor de las mantas, seguía sintiéndome débil y agotada. Osiel me llamó para decirme que había logrado que un amigo suyo me llevara al médico, ya que no podía acompañarme personalmente debido a sus clases.

El médico confirmó que tenía una fuerte gripe y me recetó algunos medicamentos. Luego, me llevaron de regreso a casa y pasé el resto del día entre la cama y el sofá, tratando de recuperarme. La graduación se acercaba a pasos agigantados, y no quería perderme ese importante evento.

Cuando Osiel llegó a casa, todavía me sentía débil, pero el simple hecho de verlo mientras me consentía me hacía sentir mejor.

-Fui a casa de Grace y te traje los apuntes de hoy. Me dijo que mañana no tienen clases; al parecer, tu profesor de Biología también está enfermo -comentó mientras colocaba un tazón de palomitas en la mesa. Nos estábamos preparando para ver una película.

-Gracias, mañana los haré.

-Si, por ahora descansa. Por cierto, compré algunas cosas -dijo levantándose del sofa para ir por una bolsa que estaba en la cocina-. Le pregunte a Grace qué les gusta a las chicas de tu edad, así que compré mascarillas, gomitas, helado. Pero es una tontería que haya comprado eso, estás enferma. Así que pasé y compré fresas y un bote de Nutella.

-¿Todo eso compraste? -pregunté, viéndolo acomodar todas las cosas en la mesa junto al tazón de palomitas.

-Si, mañana no tienes clases, y yo solo iré a la oficina por un rato. ¿Qué te parece si hacemos una pijamada?

Sonreí ante la idea de una pijamada improvisada. A pesar de mi enfermedad, la compañía de Osiel y la perspectiva de una noche llena de mimos y diversión me animaban.

-¡Me parece genial -respondí con entusiasmo, olvidando por un momento mi malestar-. Gracias por pensar en todo esto, Osiel. Eres increíble.

Osiel se acercó y me abrazó con ternura.

-Lo hago porque te quiero, Layla. Quiero que te sientas mejor y que está noche te olvides de la gripe.

No pude contenerme y lo besé. En un primer instante, creí que se alejaría de mí, debido a mi gripe, pero ocurrió todo lo contrario. Me besó con tanta pasión que nos vimos forzados a separarnos por un momento, buscando recuperar el aliento.

Nuestros ojos se encontraron, y había un brillo especial en ellos, una mezcla de deseo y complicidad que no podíamos negar.

Osiel acarició mi mejilla con suavidad y me susurró al oído: